Durante uno de los debates políticos transmitidos en la cadena televisiva CNN a finales del año pasado, la nicaragüense Ana Navarro interrogó a los demás expositores: “¿Qué hicieron cuando vieron la grabación en la que este hombre se jacta de haber agarrado la vagina de una mujer?”
Otra de las participantes le pide que deje de usar “esa” palabra (pussy), pues su hija podría estar viendo el programa. Navarro contraatacó: “No te hagas la ofendida cuando yo digo esa palabra mientras que no te ofendes cuando la dice el hombre al que estás apoyando”.
Ana Navarro tiene lo necesario para hacerle frente al hombre más poderoso de Estados Unidos (quien también compite por ser el líder de todo el orbe): Donald Trump, el misógino, conservador, racista y descarado. El señor que durante la carrera presidencial prometió expulsar de su país a los bad hombres: los mexicanos. Sea como sea, hoy es el presidente electo.
Navarro es latina y lo más sorpresivo: también es republicana.
A diferencia del resto de la horda política que, en su mayoría, respalda a Trump, ella le ha hecho frente de muchas formas. Para empezar, reconoce que es un “cerdo racista” y mentiroso. Es ella quien dirige el curso de las batallas contra el mandatario.
De acuerdo con el diario El País, la comentarista política y analista es “una de las caras más habituales de los platós de la cadena de cable estadounidense”, por lo que tiene una voz poderosa en los medios, que normalmente alza para oponerse no sólo al nuevo gobierno, sino también a la persona que lo lidera: un mandatario que se regocija cuando logra agarrar el coño de una mujer.
Años antes, ya había ejercido labores como analista política, durante la campaña del candidato John McCain en el 2008, cuando lideraba el consejo de asesores hispanos. Desde entonces, cuenta el rotativo español, empezó a llamar la atención de las cadenas televisivas por su forma de expresarse, sin pelos en la lengua. Ahora, es una de las mujeres con más poder mediático (en televisión) del partido republicano.
A pesar de que es republicana, no se asemeja en pensamiento ni en ideologías a los más rigurosos, pues aprueba el matrimonio homosexual, por ejemplo. En el caso específico de Trump, asegura que lo rechaza porque para ella no es un personaje que represente los valores de su partido, ya que no tiene esos “orígenes”.
Navarro también versa en televisión nacional a favor de los derechos de la comunidad inmigrante en EUA (conformada en su mayoría por mexicanos y latinos) y lucha porque cesen las manifestaciones discriminatorias y la persecución de los latinos y otras minorías, como los refugiados.
Para El País afirma que es un honor que ese hombre (Donald Trump) hable mal de ella. Si le hubiesen dicho hace años que alguien así llegaría a la presidencia, “no lo hubiera creído, ya que parece un guión de “novela de ciencia ficción”.
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