La tarde del sábado, Miguel Vásquez Torres, exlíder de una comunidad huichiola (wixárika) jalisciense fue asesinado por un comando armado junto con su hermano, Agustín Vásquez Torres, en la comunidad Tuxpan de Bolaños, perteneciente a la demarcación de San Sebastián, al norte de Jalisco. Los victimarios eran conocidos en la región como “los sicarios”.
Miguel fue presidente del Comisariado de Bienes Comunales en San Sebastián, donde se dedicó a proteger el territorio de los wixáricas y logró que de forma legal se iniciara la restitución de tierras para su comunidad, de las cuales únicamente se han regresado 200 de las 10 mil hectáreas en pugna. Agustín, por su parte, hacía labores de promoción de los derechos indígenas.
Los hermanos asistieron a un rodeo organizado en su comunidad, en donde fueron acribillados. La Fiscalía General del Estado de Jalisco reveló a través de un comunicado que “sujetos pertenecientes a un grupo delictivo” que opera entre los límites de Jalisco y Zacatecas balearon a Vásquez y después huyeron en una camioneta Toyota Tacoma.
Miguel fue trasladado a un centro de salud de la comunidad y falleció ahí mismo, mientras que Agustín fue asesinado por “el mismo grupo armado” cuando salía del lugar.
De acuerdo con la información proporcionada por familiares cercanos, el grupo armado ya había sido visto en la región, mientras que “apenas por la mañana del domingo” las autoridades levantaron los cadáveres (cuando el asesinato sucedió el sábado por la tarde).
El abogado wikárika, Samuel Salvador Ortíz, explicó a través de un comunicado de la Universidad de Guadalajara que los comisariados son cargos que “representan de manera honorífica” y se encargan de la restitución de tierras comunales, además de la resolución de diversos problemas de las comunidades indígenas, por lo que “se exponen a muchas dificultades con personas que quieren aprovecharse de los recursos naturales”.
La Jornada Maya explica que Miguel también fue uno de los líderes que tenía la intención de crear una policía comunitaria wixárika que defendiera a la población indígena, “tanto de las constantes incursiones del crimen organizado en la región -abigeato, tráfico de amapola- como para apoyar la restitución de tierras en Huajimic”.
Asimismo, Samuel Salvador añadió que Miguel también fue “un gestor importante” ante diversas instituciones para impulsar programas de salud, educación, desarrollo e infraestructura: “Gracias a su labor, actualmente la UdeG ya tiene un contrato en comodato entre la comunidad de San Sebastián y la universidad para una cesión de derechos donde se van a construir las instalaciones del Bachillerato Intercultural Tecnológico”.
Es precisamente en esa zona donde se habían desatado numerosos conflictos con los ganaderos locales y otros industriales, pues se niegan a regresarles sus tierras.
Históricamente, las tierras de los huicholes se disputan entre los miembros de la comunidad y las industrias o empresas que tienen intereses económicos y lucrativos, pues desean explotar sus tierras y sus recursos naturales (específicamente minerales). No obstante, esas tierras son sagradas para los indígenas, pues en Wirikuta hacen el recorrido de la recolección del peyote, una caminata innegable y ancestral.
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