El narrador de las prostitutas, de los locos y de todo ese delirante modo de vivir americano, Henry Miller, dijo que asistir a una biblioteca era como ocupar un palco en el paraíso. El motivo por el que no lo hacía tan a menudo, dijo, era que la vida se interponía en el camino. Uno muchas veces dice la “vida” para indicar el placer o cualquier distracción tonta.
Si se necesitara volar al paraíso más tangible, quizá se elegiría un avión, y el centro de aterrizaje, claro está, debería ser un aeropuerto. En Alemania, el aeropuerto de Tempelhof hizo historia cuando los aliados occidentales lo utilizaron para romper el bloqueo soviético de Berlín Occidental en 1948. Antes, había sido usado reiteradas veces por Adolf Hitler, y allí aterrizó, frente a una multitud exultante, el boxeador Max Schmeling en 1936, luego de vencer a Joe Louis en Nueva York. Pero el aeropuerto, ubicado en el centro de la ciudad, dejó de operar el 31 de octubre de 2008. Desde entonces, las autoridades estuvieron sin saber qué hacer con él.
Ahora el lugar está listo para ser transformado de un monumento histórico a un centro de aprendizaje histórico: en diciembre, el Senado de Berlín dio a conocer dos posibles diseños para una nueva biblioteca central, al lado de la pista de aterrizaje en desuso.
Si cualquiera de los diseños se realiza, el edificio estará destinado a convertirse en un rival para el célebre y uno de los museos más visitados del mundo: el Centro Pompidou de París: un “edificio afirmación” de la arquitectura con tres mil 200 asientos para los lectores, galerías, espacios para eventos, restaurantes y una biblioteca infantil.
El senado de la ciudad lanzó una convocatoria para diseñar el nuevo centro cultural, y después de evaluar las propuestas, comenzará a construirse en 2016.
El edificio, que agrupará la Biblioteca Memorial de América y la biblioteca municipal, se convertirá en un centro abierto para la educación de todo el espectro social.
El centro cultural propuesto tiene muchas expectativas por cumplir. Las bibliotecas centrales existentes en Berlín atraen cinco mil visitantes por día, pero se cree que el nuevo edificio atraerá el doble, unas 3.5 millones de personas al año, un número similar al del Centro Pompidou.