En mayo de este año, se propuso la inclusión del término “comportamiento sexual compulsivo” en la Clasificación Internacional de Enfermedades, de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Terminó aceptándose y eso supone una ruptura con la idea de que se trata de comportamientos compulsivos. Es decir, ahora la adicción al sexo se considera una enfermedad mental.
Han pasado cuatro años desde que comenzaron las pruebas y análisis sobre la actividad cerebral de los adictos al sexo cuando ven pornografía, estos indican que el cerebro se comporta de manera similar a la de los adictos a las drogas cuando ven las dosis de algunas sustancias.
Pero no te alarmes, la adicción al sexo, también conocida como hipersexualidad, tiene características que van más allá de los días de alta libido que tiene la mayoría —así que no, los fines de semana y días de home office con mucha masturbación no cuentan—. Según un cálculo de censo, la adicción al sexo afecta a un 6% de la población mundial y, cuando se diagnostica, se trata con terapias cognitivas y/o antidepresivos.
Pero estos paliativos son un proceso, porque las causas de la hipersexualidad aún no se saben con exactitud, lo que sí es que hay una relación con el desorden en el funcionamiento de los neurotransmisores y eso afecta ciertas emociones, además de la dependencia psicológica y física así como la tolerancia, factores por los que se le consideró una enfermedad mental.
La OMS dice que la adicción al sexo es “un patrón persistente de falla para controlar los deseos o impulsos sexuales intensos y repetitivos”. (Foto: Pixabay)
Por muchos años, se pensó que la adicción al sexo era sólo un mito de “gente cochina”, que ponía a los comportamientos compulsivos ligados con el sexo como síntomas de ansiedad o depresión. Sin contar que hay una reticencia a equiparar al alcohol u otras drogas con la masturbación o el sexo.
El factor moral es entonces importante para los fines prácticos de este problema médico. Es decir, la idea del “vicio” desvirtúa en muchas ocasiones a quienes se sienten afligidos por su afección al sexo. En ese sentido, el trabajo clínico ha sido importante para desmontar prejuicios sobre los impulsos sexuales intensos, repetitivos y dañinos.
Los debates sobre esta decisión de la OMS seguirán mientras haya dos o más perspectivas, las que dicen que el sexo es puro comportamiento y no una sustancia que pueda controlar las acciones; las que afirman que esta decisión afectará en los casos de abuso sexual donde se apele a la enfermedad, y los que ven en ello un avance para ayudar a quienes la necesidad de sexo no los deja vivir.
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