Más de cien años de vida terminaron en cuestión de minutos por un tema que desata la polémica en cualquier parte del mundo: la eutanasia. David Goodall, científico australiano de 104 años, viajó a Suiza donde la muerte asistida es legal y donde quiso finiquitar de una vez por todas el cansancio de vivir más de un centenario.
Suicidio asistido
Con información de un representante de la organización de eutanasia Exit International, el científico especializado en botánica y ecología murió después de que un grupo de médicos de la clínica Life Circle de Basilea, le administrara la droga letal, mientras Goodall escuchaba la novena sinfonía de Beethoven.
Para aplicarse la eutanasia, Goodall recaudó más de 20 mil dólares australianos en donaciones para viajar a Suiza desde su hogar en Perth, Australia. «Mi vida dejó ya de ser agradable desde hace 5 o 10 años», declaró Goodall a la CNN la semana anterior, en referencia a su falta de visibilidad y movilidad.
«Mi vida ha estado en el campo trabajando. Pero ahora no puedo salir ya, necesito una silla de ruedas. Me encantaría volver a caminar entre arbustos y ver la naturaleza a mi alrededor», dijo el científico en su última entrevista, con la presencia de sus cuatro hijos y sus 12 nietos.
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