Ese día Karla no llegó a su casa temprano. Se encontraba cubriendo un evento en el Estado de México y no podría llegar antes del atardecer. No supo de la magnitud de la catástrofe hasta que, momentos después de que todo había pasado, pudo ver las noticias. Al comunicarse con su mamá, ella sólo mencionó que había hablado con el conserje y que el edificio estaba en pie. Todos habían logrado desalojar el lugar. Fue hasta que subió los nueve pisos del edificio, que pudo comprender realmente el daño que su casa había sufrido.
El edificio sufrió daños en todos los pisos. (Foto: Karla Haro)
Se veía destrozado
“Mi mamá esperó a que yo llegara para subir, pues literal estaba llena de miedo, no paraba de llorar. Subimos rápido por algunas cosas básicas, tuvimos que subir por las escaleras. Cada piso se veía destrozado, con pedazos de yeso por todo el piso, no había luz y nuestro departamento también se veía muy tirado, todos los muebles terminaron en el piso y había algunas grietas en las paredes.”
No había luz, Karla tuvo que subir a oscuras y por las escaleras nueve pisos hasta su departamento. (Foto: Karla Haro)
Seguir juntos
El patrimonio de Karla Haro, como el de miles de mexicanos, se vio dañado el año pasado, durante el terremoto del 19 de septiembre, sin embargo, lo primero de lo que es consciente es que también costó la vida de cientos de personas de las que afortunadamente, su familia no formó parte.
Lo primero que pensé fue: qué bueno que pudieron salir de aquí, que no pasó nada grave y que a mi mamá y a mi hermano no les tocó en casa. Siempre pensé que al final del día, fuera o no una pérdida total, íbamos a seguir juntos, completos, sin que alguno de nosotros faltara. Al final, solo era algo material.
Tras el primer impacto
Después de haber visto su departamento, permanecieron fuera hasta saber más sobre el riesgo de colapso: vino la espera, necesaria para saber que el edificio no colapsaría, como finalmente les confirmaron:
Lo primero fue mantenernos fuera del edificio hasta saber que no había peligro de que colapsara –como sucedió con otros edificios– y al pasar algunas horas nos permitieron subir poco a poco por algunas cosas, tomando nuestras precauciones.
Los vecinos han comenzado a perder la esperanza de reparar el edificio. (Foto: Karla Haro)
Para Karla, la visión de su departamento se alejaba mucho de la que tenía de él unas horas antes:
Me sorprendió mucho ver como cada cosa estaba en el piso o a punto de estar en el piso. Era como si hubieran metido todo mi departamento a una licuadora y hubieran apretado el botón de encendido.
A Haro le impactó que todo estaba en el piso o a punto de caer. (Foto: Karla Haro)
Sin conclusiones
En los días posteriores, tanto la familia de Karla como sus vecinos, esperaron un dictamen que los ayudara a saber que seguía: Durante algunas semanas, tanto nosotros como los vecinos tuvimos que buscar en dónde quedarnos e incluso algunos tuvieron que acudir a los albergues debido a que no tenían a donde más ir. Al final, fueron varias personas a revisar el lugar, pero no se llegaba a ninguna conclusión sobre si podíamos habitar el edificio o no.
Mudanzas
El dictamen fue claro: el edificio que habían habitado durante casi 15 años era ahora inhabitable. La situación llevó a la familia de Karla a buscar otro sitio en el que quedarse:
Mi mamá y mi hermano se quedaron en casa de mi abuela materna y yo me fui a casa de una tía debido a que tenía un perro que necesitaba espacio. Casi pasando el mes o un poco más, encontramos un departamento para rentar.
El interior de su departamento sufrió daños considerables. (Foto: Karla Haro)
El costo de los arreglos
Tras el primer peritaje, un nuevo dictamen determinó que el edificio podría ser habitable después de todo si se arreglaba algo que en opinión de Karla podría no pasar, pues la suma era demasiado alta:
La gente no piensa poner más de 200 mil pesos por persona para arreglarlo por completo. Incluso se acudió a los préstamos que daba Mancera para poder arreglar una parte del edificio. Las cosas no se han arreglado y la gente ya lo empieza a tomar con normalidad o más bien con poca esperanza para llegar a un arreglo o solución, algunos empiezan a poner a la venta los departamentos conformándose con lo que les puedan ofrecer.
No aguantaría otro sismo
“Conforme pasaba el tiempo, algunos vecinos fueron regresando, pues no tenían más dinero para seguir rentando en algún otro sitio o simplemente ya no había en dónde quedarse. […] Obviamente todos consideran que el edificio no aguantaría un temblor de la misma magnitud que la de ese día.”
El último peritaje contradice a los anteriores al dictaminar el edificio como ‘habitable’. (Foto: Karla Haro)
Regresar
Aunque la mamá de Karla aún vive en el departamento que comenzaron a rentar tras el sismo, decidió regresar a su antiguo departamento: “Después de que dijeron que sí es habitable el edificio, decidió regresarse con mi hermano”. Al preguntarle más sobre el dictamen, Karla comentó no haberlo visto personalmente, a diferencia de su mamá:
Quien lo leyó fue mi mamá y según ella, todo está en orden. Incluso una chica de la aseguradora revisó cada piso y los daños por fuera y según ella sí estaba dañado el edificio, pero no tanto como para sufrir un derrumbe o algo por el estilo.
Pánico
Al cuestionarla respecto a la decisión de volver a su departamento en la colonia Narvarte, Karla piensa en lo que vivió ese día de septiembre y en lo que pasa por su cabeza cada vez que se ha activado la alerta sísmica desde entonces:
Mi mamá y mi hermano serán los que vivan ahí, pero creo que no sería muy buena idea para ella, cuando ha sonado la alerta sísmica, actúa con un poco de pánico.
Algunos vecinos del edificio han puesto a la venta sus departamentos. (Foto: Karla Haro)
Aunque la historia de Karla y los vecinos que habitan su edificio en la calle Pestalozzi, parece ser uno de los escenarios menos desafortunados, aún hay cientos de damnificados que no han corrido con la misma suerte, y a un año del sismo, les es imposible volver a casa.
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