Con sus ojitos de caricatura, su sonrisa permanente y sus branquias externas que parecen el corte de cabello de un científico loco, los ajolotes conquistan el corazón de cualquiera. Además de ser hermosos, tienen propiedades que los hacen invaluables para la investigación científica, por ejemplo, pueden regenerar extremidades y órganos tan complejos como el cerebro. Pese a lo que estas adorables criaturas representan para nuestro patrimonio cultural y científico, su supervivencia está en juego. De 600 ajolotes por kilómetro cuadrado, la población se redujo a 35 en el mismo espacio. Se esperaba que desaparecieran para el 2017 pero han resistido valientemente y ahora un extraño suceso podría ser el indicio de otro desenlace para su historia.
¿Ajolotes en Polanco?
Los esfuerzos de conservación se centran en aislar algunos canales de Xochimilco exclusivamente para comunidades de ajolotes, protegiéndolos así de sus depredadores y conservando las condiciones del agua óptimas para la vida de esta especie. Sin embargo, un video que está circulando en redes sociales ha despertado la esperanza de que esta especie resurja en otras partes de la ciudad.
https://www.youtube.com/watch?v=iRhMvhoR3ow
El extraño video fue presuntamente grabado en el parque Lincoln de Polanco, en la Ciudad de México y comenzó a circular en redes sociales hace algunas horas. De comprobarse su autenticidad, estaríamos ante un fenómeno científico que comprobaría la resistencia casi divina de esta entrañable especie.
Dioses casi extintos
Los ajolotes vivieron felizmente en Xochimilco por siglos. A pesar de haber sido consumidos por los aztecas como alimentos de reyes, la configuración del lago, su expansión para la agricultura y el sistema de chinampas, los ajolotes mantuvieron su población en números altos. Pero con la caída de Tenochtitlán a manos de los conquistadores españoles, el ecosistema empezó a deteriorarse. El verdadero daño ocurrió entre 1950 y 1975 cuando el proceso de urbanización se aceleró tanto que el agua empezó a escasear y las fuentes que alimentaban a Xochimilco se usaron y agotaron para cubrir las necesidades de los habitantes de la Ciudad de México.
Para los aztecas, eran la última forma que adoptó Xolotl, hermano gemelo de Quetzalcóatl, antes de ser atrapado por el viento y sacrificado para que pudiera dar inicio el ciclo del sol y la luna. Fue parte de la dieta de las civilizaciones que rodeaban el lago de Xochimilco por siglos, hasta que su inminente extinción los convirtió en una especie protegida que hoy esperamos vuelva a poblar los canales de México.
Si se comprueba que los ajolotes llegaron a Polanco, estaríamos recuperando no solo una importante especie endémica de nuestro país que puede contribuir a investigaciones científicas en todo el mundo, sino también una parte esencial de nuestra cultura y la mitología de nuestros antepasados.