En 2009 un hombre informó al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) del saqueo de un sepulcro en Zacatecas, en específico en la población de Valparaíso, al occidente de la capital.
A cinco años del hallazgo, el INAH investiga los vestigios de la que se catalogó como una tumba de tiro en la que fueron sepultados 18 adultos, dos adolescentes y ocho niños, todos miembros de la cultura del Cañón de Bolaños, la que floreció entre los siglos II a.C., y IV d.C en esta zona del país. El equipo del INAH aseguró que lo más relevante del registro, hasta ahora revelado, son los 28 individuos hallados.
Foto: Alfredo Valadez
Cuando en 2009 el INAH acudió a verificar la información del individuo, encontró, además de la tumba saqueada, un segundo sepulcro intacto, se cree, más importante que el primero con el que se inició la investigación. El equipo de arqueólogos indicó que por el número de personas halladas se piensa que el sepulcro pudiera pertenecer a una familia de gran importancia en la jerarquía de esta civilización, aunque no es posible asegurar este hecho debido al desconocimiento de las formas y criterios de organización de esta sociedad. Lo que resulta extraño es la cantidad de personas sepultadas en una tumba de este tipo, en la que lo común es hallar cuatro o cinco cuerpos.
Las tumbas de tiro son pozos excavados en la superficie del suelo, de unos 80 centímetros de diámetro y entre siete y 10 metros de profundidad. Al final del pozo los integrantes de esta cultura construían entre una y tres cámaras ceremoniales para depositar los restos de personajes importantes. En la parte superior colocaban, además, losas de piedra y sobre el lugar erigían un enorme montículo de tierra.
Desde el reconocimiento del saqueo en 2009 se presentó un proyecto de rescate del lugar frente al Consejo de Arqueología. Cuando la propuesta se aprobó y comenzaron los trabajos de investigación, se hizo el hallazgo del segundo sepulcro: la cámara funeraria con las 28 osamentas. Hasta 2009, el INAH y sus arqueólogos nunca habían podido excavar una tumba de tiro intacta en ese estado.
Entre el resto de los objetos recuperados en el sepulcro están: dos pares de arillos de átlatl (lanza dardos), relacionados con dos de las osamentas. Estos resultaron de gran relevancia para los investigadores por asociarlos con una cosmovisión que alude a que los muertos libraban una serie de batallas en el otro plano, por lo que debían estar “armados”.
En un comunicado emitido por el INAH el pasado 6 de mayo respecto al hallazgo de las osamentas se informó:
“La disposición de la mayor parte de los huesos refiere que los muertos fueron colocados de manera extendida sobre su espalda, algunos con los brazos a los costados o flexionados sobre el pecho, con la cabeza orientada a la entrada de la cámara.
Existe la discusión en torno a si las tumbas de tiro contienen los restos de personas sacrificadas o fallecidas en un hecho simultáneo; o bien, si son inhumaciones consecutivas de personas emparentadas o de personajes con un cargo sociopolítico similar”.
Con información de La Jornada.