Durante los últimos 40 años, Graciela Iturbide se ha dedicado a capturar el espíritu del pueblo mexicano. Las imágenes de la artista muestra la vida y tradiciones de la gente de nuestro país de una manera sencilla y participativa. Graciela ha sido reconocida internacionalmente y recibido importantes reconocimientos como primer lugar en la Bienal de Fotografía del Instituto Nacional de Bellas Artes, el premio W. Eugene Smith por su trabajo en Juchitán y otro por la Organización Internacional del Trabajo de la ONU.
Fue bajo la tutela de Manuel Álvarez Bravo de quien Graciela aprendió cómo transmitir a través de su obra los valores artísticos relacionados con la cultura mexicana. Esta sensibilidad visual ha sido comparada a la del realismo mágico literario.
El 31 de julio, el Palacio de Bellas Artes ofreció un homenaje a los 45 años de trayectoria artística de una de las figuras más destacadas de la escena fotográfica mexicana: Graciela Iturbide. En la sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, su directora María Cristina García Cepeda se refirió a Iturbide como una artista universal cuyas fotografías le han dado la vuelta al mundo.
Dijo que las imágenes de la artista descubren la intimidad del ser humano y señaló que durante más de cuatro décadas y media se ha adentrado en distintas culturas, además de conocer y retratar a su gente, a la arqueología, las fiestas, rituales, paisajes, obsequiando a su vez una obra vasta, intensa e hipnótica, y por esta razón se le otorgó la Medalla Bellas Artes 2014.
García Cepeda se refirió a Iturbide como una artista con la mirada sensible y que con poder expresivo ha sabido capturar la esencia y dignidad de nuestro pueblo.
“Hoy te entregamos esta medalla que simboliza el reconocimiento de las instituciones, de la comunidad artística y de todos aquellos que ahora y desde siempre han sido amantes de la fotografía. Tu arte ha trascendido el plano del registro puro de tradiciones y paisajes cotidianos para elevarse a una condición de poesía visual”.