En Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), informó que en una zona arqueológica de Tehuacán, en Puebla, México, un equipo de antropólogos investiga un templo del siglo XIV que, se cree, pudo estar dedicado a Mictlantecuhtli, el Señor del Inframundo.
El templo fue bautizado como Templo de las Calaveras porque en sus muros laterales tiene nichos en los que se encontraron dos cráneos humanos fijados con estuco, con cuatro fémures cada uno, por esta razón, los especialistas del INAH consideran que pudo estar dedicado al dios de los muertos, Mictlantecuhtli. El arqueólogo Ramón López Valenzuela, responsable de la excavación, aseguró que el hallazgo contribuirá a dar mayor difusión a la cultura popoloca, perteneciente al estado de Puebla.
Aunque sólo se ha explorado el 10 % de la zona arqueológica de Tehuacán, con una superficie de 116 hectáreas, dijo que sería muy positivo presentar lo que se sabe de esta cultura, pues ya se ha explorado el conjunto ceremonial, donde se encuentra el Templo Mayor y ahora el Templo de las Calaveras, y también el área de elite (palacios) donde habitaban los dignatarios popolocas.
La zona arqueológica Tehuacán, que actualmente está cerrada al público, fue la cabecera del señorío del Tehuacán, asiento de la cultura popoloca.
Se localiza en las inmediaciones del poblado de San Diego Chalma, en el central estado de Puebla.
Este sería un buen avance para conocer esta cultura mesoamericana, pues se conoce casi nada de ésta. El gentilicio popoloca fue aplicado por los aztecas a todos aquellos grupos que no hablaban alguna de las lenguas del tronco nahua, más o menos inteligibles entre sí. Por lo tanto, el término tenía la connotación de extraño o extranjero y, a la vez, un sentido peyorativo de “tartamudo” y “poco inteligente”. Los españoles usaron de igual manera este término, así como el de “chochos”.
Esta generalización no ha permitido definir con claridad los antecedentes históricos de este grupo que hoy en día se conoce como popoloca, por lo que los datos que se tienen se refieren más al área geográfica por ellos habitada que al grupo en sí.
En cuanto a Mictlantecuhtli: En la cultura prehispánica creían en Mictlán, que significaba para los antiguos mexicanos ‘En la región de los muertos’, era el sitio mitológico del más allá que consistía en nueve planos extendidos bajo la tierra y orientados hacia el Norte; allá iban todos los que fallecían de muerte natural; quien moría tenía que cumplir toda una serie de pruebas en compañía de un perro que era incinerado junto con el cadáver de su amo, al que encontraba y reconocía en Itzcuintlán; sólo si en vida se había tratado bien al animal, éste ayudaría a realizar el largo viaje a Mictlán; de no ser así, el cuerpo se quedaría eternamente en este sitio. Entre otras, las pruebas consistían en pasar por entre dos montes que chocaban uno con otro, atravesar un camino donde estaba una culebra, dejar atrás ocho páramos (lugares fríos y solitarios) y ocho collados (colinas o cerros) y desafiar un ‘fuerte’ viento. Transcurridos cuatro años en estos ‘caminos’, la ‘vida’ errante de los difuntos había terminado y podía atravesar un ancho y caudalosos río montado en su perro.