Justin, Jefferson, Michael y Jorge huyeron de Centroamérica porque tenían miedo de ser alcanzados por la violencia protagonizada por la Mara Salvatrucha. Todos ellos eran jóvenes que no rebasaban los 20 años, trabajaban y estudiaban en Long Island, Nueva York.Algunos de ellos temían ser reclutados por las pandillas que predominan en Honduras o El Salvador. Sus padres se encontraban trabajando en Estados Unidos y, con el afán de seguir sus pasos, quisieron probar suerte como indocumentados con tal de no ser asesinados por estos grupos violentos.Después de ser acosados por miembros de la MS-13, los cuatro jóvenes fueron encontrados en un bosque, masacrados con machetes, el sello de muerte de la Mara Salvatrucha.
Las familias que huyen de la violencia sembrada por la Mara Salvatrucha no encuentran tampoco alivio en Estados Unidos, en donde esta y otras pandillas se asentaron desde hace varias décadas.Las muertes más recientes, incluidas las de estos cuatro jóvenes, se volvieron punto de discusión en la política migratoria de Donald Trump quien en diversas ocasiones ha declarado que quiere sacar a la MS-13 de territorio estadounidense.El grupo es señalado como responsable de 17 asesinatos, según la policía del condado de Suffolk. Las investigaciones indican que ninguno de estos cuatro jóvenes estaba relacionado con la Mara Salvatrucha, incluso pretendían mantenerse lo más alejados de la pandilla.
Justin tenía 16 años y trabajaba en un restaurante con Jorge, de 18. Llegó un momento en que Justin ya no quería ir a la escuela y temían que fuera por intimidaciones de integrantes de la MS-13. En sus tiempos libres, trabajaba como DJ y era Jorge el encargado de llevarlo a los lugares en donde tocara.Michael y Jefferson eran primos. Ambos huyeron de la violencia en Honduras. Los padres de ambos los mandaron buscar para rescatarlos de lo que pasaba con las pandillas en Sudamérica y llegaron a Estados Unidos como menores no acompañados. Ambos pasaron un mes en un centro de detención de Texas antes de que el gobierno los liberara para que se reunieran con sus papás.Los cuatro jóvenes salieron juntos y pretendían divertirse después de una jornada de trabajo, pero sus familias nunca volvieron a verlos con vida.
Luego de dos semanas del asesinato de estos cuatro centroamericanos, el fiscal general Jeff Sessions prometió poner fin a la Mara Salvatrucha en Long Island. Declaró que los pandilleros se aprovechan del programa para menores no acompañados y así se introducen al país sin ser detectados, como si fueran a reunirse con familiares.“El temor es que nuestros clientes huyeron de América del Sur y Central porque sus vidas estaban amenazadas por verdaderos miembros de la MS-13”, indicó el abogado Peter Brill. “Si los van a deportar pese a que no son de la Mara Salvatrucha, pero se piensa que lo son, van a expulsarlos a un país donde sus vidas van a estar en peligro de inmediato”.Apenas en junio pasado fueron detenidos 39 miembros de la Mara Salvatrucha en Nueva York y Long Island, como parte de una estrategia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE por sus siglas en inglés). Las pandillas siguen poblando el territorio estadounidense. Los centroamericanos huyen de la violencia y, sin saberlo, también van camino a la muerte.
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