El espectro de la Guerra Fría ha alcanzado nuestra actualidad instalándose cómodamente en el desdén diplomático y en los intereses de los actores internacionales que provocan rupturas bilaterales de cara a un evento que además de deportivo, se caracteriza por la interacción política entre los líderes de los países participantes.
Sí, me refiero a lo que está en juego con la Copa Mundial de la FIFA a celebrarse en Rusia, el gran protagonista en esta metamorfosis global.
El Mundial como una forma de demostrar poderío internacional por parte del anfitrión. (Foto: FIFA)
Rusia y el Mundial
El auge económico de Rusia, un país que resurgió de las cenizas del comunismo a finales del siglo pasado, logró consolidar su influencia como potencia global y mantenerla. Hoy, la alianza de Moscú con países dominantes en la región de Medio Oriente como Arabia Saudí o Irán le ha hecho pactar jugosos contratos petroleros con los que ha podido financiar la Copa del Mundo.
Con una inversión de 10 mil millones de dólares, diarios y expertos del mundo coinciden que será el mundial más politizado de la historia, más que el de Argentina 1978. Y es que desde la invasión rusa a Crimea, la comunidad internacional comenzó a ver recelosa a una Rusia que recién se había abierto al mundo y que desde la llegada de Vladímir Putin mostró nuevamente los dientes para defender su preponderancia global.
El dictador Jorge Rafael Videla organizó el Mundial más politizado en Argentina 1978. (Foto: El equipo deportea)
Armas químicas, el parteaguas
Después del envenenamiento de un exespía ruso en Reino Unido, los aliados occidentales y miembros de la OTAN expulsaron progresivamente a los diplomáticos rusos de sus capitales a excepción de países neutrales como Bélgica, Austria y Portugal.
Y además de eso, una invasión inesperada, la alianza con el régimen sirio en plena guerra civil y ocupación yihadista, el acuerdo petrolero con los jeques árabes y la alianza militar y nuclear con la República Islámica de Irán y el régimen comunista de Corea del Norte, suena a una coalición que representa la antítesis de los intereses de occidente (EUA, Francia, Reino Unido, Israel, etc.).
La alianza rusa-árabe por el acuerdo petrolero fue clave para el financiamiento mundialista. (Foto: Reuters)
Un Mundial para dominarlos a todos
«La petición del Mundial es, por supuesto, una muestra de la influencia rusa sobre el orden mundial. La organización de este evento es una forma de reclamar cierta supremacía en el concierto internacional», explicó en exclusiva el profesor en relaciones internacionales de la Universidad Iberoamericana Puebla, Alejandro Galina.
Sin embargo, la acumulación de circunstancias actuales se encargó de contrarrestar las pretensiones rusas de dominación sobre sus invitados a la justa mundialista.
Occidente acusa a Rusia y Siria de usar armas químicas contra civiles. (Foto: Clarín)
¿Fracasó Putin en la politización del Mundial?
Putin sabe que EUA no cambiará su retórica e ideas sobre él, ni siquiera en Europa, el continente más futbolero del mundo, transformará su postura actual sobre Rusia y más con el boicot diplomático encima.
«Para Putin sería un gran triunfo saber que llevó acabo con éxito el evento a pesar de las sanciones internacionales y el boicot. Principalmente en dos aspectos: la seguridad interna (control de hooligans) y externa (la neutralización de las amenazas de ISIS)», aseguró Galina.
Sin importar lo que suceda, la pasión y el contexto deportivo de un mundial de fútbol opacará la polarización del mundo, similar al de la Guerra Fría.
Ni Europa ni EUA cambiarán su postura diplomática con respecto a Rusia. (Foto: La voz de América)
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