Julieta, Yosimel y Diayet esperaban las vacaciones de verano para ayudar a sus papás a sembrar. Los tres pequeños eran parte de la comunidad indígena me’phaa, también conocida como tlapaneca, asentada en diferentes partes del estado de Guerrero.
Al término del ciclo escolar la familia se trasladó de Tlapa a Paraje Montero, en el municipio de Malinaltepec, para disfrutar de un largo periodo de descanso. Un domingo, Ernestina salió de casa y al regresar, se encontró con una imagen que quedará eternamente grabada en sus pupilas.
Luego de consumir frituras contaminadas con un herbicida líquido, utilizado para evitar que los campos de cultivo se llenen de maleza, los tres niños indígenas arrojaron espuma por la boca para después fallecer a causa del deterioro de sus pulmones.
*Foto: Animal Político.
Gramoxone es el nombre del herbicida que también es usado para eliminar la yerba de los campos de cultivo y es considerado letal por el poder que tiene sobre los órganos internos. En comunidades indígenas como la de Paraje Montero, los campesinos la utilizan para ahorrarse la contratación de peones que desyerben la milpa.
Distintas versiones indican que las frituras que compraron los niños en un puesto ambulante estaban contaminadas con estos herbicidas que les provocaron la muerte.
*Foto: Flickr.
Al llegar a casa, Ernestina encontró al gato de la familia con mucha espuma que salía de su boca. El olor tan penetrante a insecticida la llevó al patio en donde encontró muertas a sus dos pequeñas, de once y dos años, respectivamente. El niño de tres años falleció cuando era trasladado al Hospital General de Tlapa.
La comunidad me’phaa se ubica en un territorio en donde se pretende concesionar tierras a las mineras: Paraje Montero, situado a la orilla de la carretera Tlapa-Marquelia. Llena de pinos y encinos, estos indígenas tienen un alto grado de marginación.
El uso de herbicidas e insecticidas por parte de los campesinos propicia que, sin tener vigilancia, contaminen indiscriminadamente los ambientes a los que están expuestos los habitantes de estas comunidades. Su consumo accidental ha propiciado muchas muertes al ser un producto letal que ataca a órganos como los pulmones, los riñones o el hígado.
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