“Ningún ser humano es ilegal”. Para los ciudadanos estadounidenses que dieron su voto a la demócrata Hillary Clinton y perdieron, los que votaron por Trump cometieron un crimen de odio, apoyando y fomentando las prácticas discriminatorias.
A menos de una semana de las elecciones, las minorías y los inmigrantes han empezado a enfrentarse con muestras de odio y faltas de respeto. Descubren sus casas o autos rayados con blasfemias y reciben invitaciones para abandonar el país de inmediato. No caben en la América que sólo es para los americanos.
Mientras tanto, el demócrata Andrew Cuomo, gobernador de Nueva York, ofreció la ciudad como una especie de refugio para los amenazados y para todos los que se sientan atacados o perseguidos por el nuevo gobierno.
Cuomo definió al estado como una zona de inmigrantes, la “capital progresista” de Estados Unidos en la nueva etapa política y social que está por iniciar. El mandatario sentenció en su página de Facebook que si alguien se llega a sentir bajo ataque, Nueva York es el refugio indicado.
No importa si el solicitante es gay o heterosexual, musulmán o cristiano, rico o pobre; negro, blanco o marrón. Sus leyes sustentan los principios de tolerancia y pase lo que pase a nivel nacional, no permitirán que los principios racistas penetren en los gobiernos locales.
En el mismo contexto, por quinto día consecutivo, ayer salieron a marchar alrededor de 10 mil personas en muestra de rechazo a Trump cantando: “aquí estamos y no nos vamos”. Clinton recibió casi el 60 % de los votos en el estado.
Reprochan el voto que le regalaron a Trump, ya que ha ayudado a que progrese la agenda de odio. “No deporte a mi padre. No al odio. No al racismo. No a Trump”. Y sólo han transcurrido cinco días desde que el republicano obtuvo el poder…
*Con información de: Sin Embargo, EmeEquis.