De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 1980, los casos de obesidad se duplicaron alrededor del mundo. Para el 2014, más de mil 900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso y 600 millones de ellos, eran obesos.
En el caso específico de México, la más reciente Encuesta Nacional de Salud y Nutrición reveló que el 71 % de la población padece de obesidad. Nos posicionamos entre las 10 naciones más afectadas por esta enfermedad.
Aunque son varias las causas y los factores que la fomentan, uno de ellos es el consumo excesivo de bebidas azucaradas. La OMS considera que la ingesta “ideal” de azúcar corresponde a 25 gramos diarios. Una lata de refresco contiene 40: tan sólo al consumir la mitad de una, ya no se podría consumir ningún otro alimento azucarado durante el día.
Muchos países han intentado hacer frente a esa epidemia: impuestos a las bebidas azucaradas y campañas de salud que advierten sobre los efectos negativos. Sin embargo, en muchos casos eso no ha logrado disminuir el consumo a niveles donde los daños a la salud sean mínimos. La gente quiere seguir tomando refresco.
Y como las campañas se han intensificado, las refresqueras deben hacerles frente. Así que invierten millones para eliminar toda evidencia que los vincule con dicha enfermedad.
Un estudio publicado en la American Journal of Preventive Magazine reveló que las dos marcas refresqueras más grandes del mundo, pagaron millones de dólares para “limpiar” su imagen.
96 organizaciones norteamericanas, la mayoría de las cuales realiza campañas de salud y “advierte” sobre los riesgos de la diabetes y obesidad, fueron las beneficiarias encargadas del desempolve. Debían limitar las advertencias científicas a las bebidas azucaradas y evitar apoyar cualquier misiva que tuviera el objetivo de restringir el consumo.
Entre ellas figuran: la Asociación de Diabetes de Estados Unidos, la Fundación de Investigación de la Diabetes Juvenil, la Sociedad Americana de Cáncer, la AMA (asociación de doctores del país), la Cruz Roja y el Centro de Control de Enfermedades. La Universidad de Harvard, la de Washington y la de Georgia también se vieron involucradas.
Ambas compañías invirtieron entre 2010 y 2014, alrededor de 9 millones de dólares.
Los autores del estudio advirtieron que se han centrado sólo en organizaciones que operan en Estados Unidos a nivel nacional, por lo que el número de entidades que reciben fondos de estas dos empresas en todo el mundo debe ser mucho más alto. Cientos o miles.
En el texto se ejemplifica el caso de la ONG “Save the Children” (“Salvemos a los niños”), que daba su apoyo a las campañas e impuestos contra los refrescos, pero en 2010 lo retiró de pronto: un año antes había recibido 5 millones de dólares de ambas refresqueras.
Hasta ahora, sólo la Academia de Dietética y Nutrición y la Academia de Pediatría de EUA rechazaron (en 2015) seguir recibiendo fondos.
*Con información de: El País, OMS.