Una serie de estudios realizados con varias personas a lo largo de los últimos años podría confirmar lo que varios especialistas en Psicología y Neurología predijeron: las personas pueden tener sentimientos subliminales.
William James, el reconocido filósofo y psicólogo estadounidense que teorizó sobre los sentimientos, afirmaba que la única manera de diferenciarlos de otro tipo de estados mentales era porque estábamos conscientes de estar percibiéndolos, sintiéndolos.
Sigmund Freud, uno de los pilares de la psicología moderna, estaba de acuerdo con James. La consciencia constituye la esencia de la emoción, dejó escrito el austriaco.
Jim Davies es profesor en el Instituto de Ciencia Cognitiva en la Universidad de Carleton, en la capital canadiense de Ottawa. Ha publicado un par de libros de divulgación y otro más sobre religión y ciencia.
Para Davies, los sentimientos son más complicados que eso. Incluso cuando tenemos un sentimiento, menciona que hay partes neuronales y físicas que intervienen en el proceso de las cuales no hay consciencia para quien percibe la emoción.
El canadiense afirma que la Psicología ha avanzado un largo camino desde que James y Freud dejaron este mundo. Los psicólogos que trabajan con pacientes con problemas de enojo, cita Davies, les recomiendan que busquen las “señales” de cuando están por sufrir una crisis; por ejemplo, las manos sudorosas o apretar con intensidad la quijada son gestos de que su rabia está por explotar.
Eso quiere decir que el cuerpo está sufriendo un cambio de actitud de la que la mente o la consciencia humana no se percata hasta que se traduce en consecuencias mucho más evidentes.
Otro de los ejemplos de Davies es que, cuando sentimos miedo, nuestro pulso se acelera. Usualmente el efecto del corazón realizando un trabajo más intenso que lo usual viene antes de que la persona esté consciente de que tiene miedo o que está atravesando una experiencia amenazante.
El psicólogo canadiense rescata varios estudios para probar su teoría. El primer es uno de 1974 donde una mujer, la conductora del experimento, hizo que un grupo de hombres atravesara un puente “peligroso” y a otro grupo, por uno totalmente seguro. Los dos grupos fueron entrevistados al final del experimento. Los hombres que fueron dirigidos a través del puente que estaba diseñado para que quien lo atravesara sintiera miedo contaron su experiencia a través de metáforas explícitamente sexuales. El grupo que atravesó el puente seguro contó su experiencia de manera más tradicional.
El grupo de hombres que atravesó el puente peligroso intentó contactar a las científicas que los dirigieron a través del puente.
La conclusión del experimento fue que los hombres “malinterpretaron” el miedo de manera diferente, ya que su cerebro transformó esa experiencia amenazante en atracción sexual por la científica, que le brindaba seguridad en un espacio peligroso. Tuvieron un sentimiento subliminal que interpretaron de manera diferente.
Davies cita otro experimento realizado en 2004 por científicos estadounidenses. Estos le mostraron una serie de fotografías a varias personas. Las fotografías eran de dos tipos: gente sonriendo y gente triste. La clave era que les mostraban las imágenes a una velocidad muy alta, de manera que no pudieran identificar qué era lo que estaban viendo.
A continuación, se les pedía a las personas que tomaran un vaso de limonada y dieran su opinión sobre la bebida.
Aquellas que habían “visto” las fotografías de gente sonriente, a pesar de no haber presentado ningún cambio de ánimo, no sólo calificaba con adjetivos positivos la bebida, sino que tomaba más líquido que aquellos que habían “apreciado” imágenes de gente triste. La gente experimentó, sin saberlo, emociones de felicidad y de tristeza que influyeron directamente en sus actividades.
Según Davies, las emociones conscientes son un “logro” evolutivo. Las emociones, teoriza el canadiense, sólo eran necesarias para poder reaccionar a diversas situaciones: miedo, amenaza, rechazo, cercanía. Pero las emociones conscientes son relativamente nuevas.
Davies cita un artículo de 2005 donde un grupo de científicos demostró que el miedo en los humanos tiene dos patrones de comportamiento: cuando es consciente y otro cuando es subliminal. Las personas reaccionan, sin saberlo, a lo que están sintiendo, aunque no lo perciban.
Davies, en tono bromista, concluye que la mayor prueba de todas es aquella experiencia que ha tenido en muchas ocasiones con diferentes personas a lo largo de su vida: una persona visiblemente enojada, le grita en la cara “no estoy enojado”.
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*Con información de: Nautilus.us, Scientific American, Sciencemag.com