Tan mala y tan irónica que la revista cayó en el olvido y dejó de publicarse cuando sus editores murieron, precisamente, por enfermedades derivadas del sida.
Bajo el nombre de Continuum, Jody Wells creó esta publicación en 1992, en Londres, que tenía como objetivo publicar todo tipo de información para que todos aquellos infectados pudieran buscar otro tipo de tratamientos que pudieran ayudarlos, así como tener acceso a otras teorías detrás del VIH y el sida.
Portada del volumen 4, número 1 de 1996. Puedes consultar algunos aquí.
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Los editores y sus consumidores no creían que el VIH y el sida no existieran, sino que negaban la conexión entre uno y otro, además sostenían que la industria farmacéutica tenía un plan para hacer a las personas dependientes de los retrovirales, sin que realmente mejoraran su salud. Ellos plantearon:
«¿Eres consciente, por ejemplo, que el vínculo entre el VIH y el SIDA nunca ha sido más que una hipótesis? ¿Que un grupo creciente de científicos y doctores alrededor del mundo dudan que el VIH cause Sida? […] Doce años después de que el VIH fuera asociado por primera vez con el SIDA, muchas predicciones basadas en la hipótesis viral no logran materializarse. Continuum es un foro único para aquellos en la comunidad científica que desafían la ortodoxia y aquellos cuyas vidas han sido tocadas por tal hipótesis».
Ellos identificaron como “ortodoxia” a la teoría que en aquel entonces y ahora sabemos cierta: que el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) de no ser controlado puede derivar en el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), que es considerado la última etapa de la infección y en la que el paciente es mucho más vulnerable a otras enfermedades dado que el sistema inmunológico no puede responder adecuadamente ante los agentes externos. Esta misma teoría plantea que el mejor tratamiento es la toma de medicamento antirretroviral, mismo que se encarga de reducir la carga viral, logrando que los pacientes puedan llevar una vida relativamente común, sin desarrollar el sida.
Esta teoría ha probado ser la correcta, fundamentada en la ciencia y que le ha permitido a muchos seguir con sus rutinas. Aunque cabe mencionar que se ha tratado de un esfuerzo de años, en los que los medicamentos antirretrovirales han mejorado, siendo mucho más efectivos al tiempo que sus efectos secundarios han disminuido. Del mismo modo, ha sido un tratamiento que paulatinamente disminuido de precio.
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Sin embargo, la búsqueda de teorías alternativas que lograran demostrar que la visión ortodoxa era falsa y una treta de la industria farmacéutica rápidamente cayó en la pseudociencia y, así como en otro tipo de movimientos negacionistas, a su vez se convirtió en un medio que las personas citaban creyendo que tenían un sustento científico a pesar de no poner en práctica los procedimientos usuales de una publicación científica como el arbitraje, por poner un ejemplo.
Las publicaciones de Continuum siguieron hasta que en 1995, Jody Wells falleció por neumonía pneumocystis, un tipo de neumonía que suele ser común entre aquellos que tienen un sistema inmune débil. Ante su ausencia, Huw Christie Williams tomó el puesto de editor en jefe y lo desempeñó hasta el 2001, año en el que la publicación cesó y él también falleció. La muerte de Huw también tendría como motivo una enfermedad asociada al sida: el sarcoma de Kaposi.
Extracto de una publicidad en Continuum. «Kevin lidera el Grupo de Información de Terapia Complementaria y está orgulloso de su decisión de no tomar medicación de largo plazo. No obstante, esto no ha sido sin enfermedades, su relato inspirador urge a otros a que encuentren formas alternativas de mejorar su salud».Después de la muerte de sus dos editores en jefe, Michael Baumgartner quedó a cargo del último número digital de Continuum, marcando de forma definitiva el cierre de la revista. No obstante, después de casi una década entera de publicar mala ciencia, el daño estaba hecho. Es difícil estimar cuántas personas pudieron haber abandonado su medicación y optado por algunas de los tratamientos alternativos que se postulaban, pero si la muerte de sus editores deja entrever algo, es que las alternativas planteadas no lograron salvarles la vida.
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