Dos investigadores universitarios afirman haber creado una herramienta que, usando la big data, encontró los “patrones narrativos” de la literatura occidental. El supuesto algoritmo desarrollado redujo los tipos de novela a seis versiones diferentes. No más.
Eso quiere decir que, según los autores del proyecto, que publicaron el artículo en arXiv, una publicación editada por la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, todos los arcos dramáticos de los últimos dos mil años se pueden reducir a una media docena de clasificaciones.
Los expertos tomaron 1737 obras, todas clasificadas como clásicos por el Proyecto Gutenberg, una organización nacida en 1971 que pretende digitalizar los libros más importantes para ser distribuidos de manera gratuita.
Las fábulas de Esopo, la Divina Comedia, todo Shakespeare, además de García Márquez y Lope de Vega, son algunos ejemplos de los autores escogidos para la puesta en escena del algoritmo.
La principal herramienta usada por los cinco investigadores participantes fue la llamada “minería de datos”: a través de una gran cantidad de información sin clasificación ni orden –la big data–, desarrollaron un lenguaje de programación que permite identificar los momentos clave de los personajes principales: desde el “absolutamente negativo” hasta el “claramente positivo”. Después, el programa traduce esa información los resultados en “patrones narrativos” que determinan la clasificación de la obra de acuerdo a la trayectoria de los personajes, que es mostrada en un gráfico, con todos su altibajos.
El algoritmo encontró apenas seis diferentes tipos, contradiciendo una de las teorías más completas sobre los modelos existentes, desarrollada por el escritor francés George Polti, que dividía en 36 ramas al género novelístico.
Los modelos más repetidos fueron los primeros dos: “de los harapos a la riqueza” que marca una historia exclusivamente “ascendente” de los personajes; la segunda fue “en el fondo”, donde la mayoría de la novela los personajes se mantienen en el fondo del gráfico, pero en el final su suerte cambia de manera radical.
Los modelos restantes fueron: “Cenicienta”, donde los protagonistas pasan de lo positivo a lo negativo, pero en el final todo se compone; “tragedia” donde los personajes sólo continúan cayendo en la gráfica; “Edipo” que empieza mal, mejora en el nudo y acaba mal; y, por último, “Ícaro” que es una historia ascendente pero termina precipitándose hacia el desastre en su parte final.
Una de las novedades del estudio es que, según sus autores, uno de los poco libros que no encaja en las clasificaciones alcanzadas es el séptimo tomo de la serie de libros de Harry Potter, “Las reliquias de la muerte”, escrito por JK Rowling.
La principal crítica del artículo es que el estudio no considera el tono de las novelas, ya que se concentra exclusivamente en el viaje de los personajes. Eso provoca que las clasificaciones estén determinadas por el destino de sus protagonistas y no por la forma en la que están escritos ni su intención a la hora de ser leídos.
Además, al utilizar sólo libros clásicos de la civilización occidental, dejaron una parte importante e influyente de la historia de la literatura –los africanos y los asiáticos no figuran– quedó descartada.
“Los arcos emocionales de las historias son dominadas por seis formas básicas” es el título del artículo. El archivo puede ser consultado y leído (en inglés) por cualquiera que tenga una conexión a Internet.
Cuatro de los cinco autores provienen de los departamentos de matemáticas y programación de la Universidad de Vermont en EUA. El restante trabaja para la Academia de Ciencias de la Universidad de Adelaide, en Australia.
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