¿Cómo afecta una crisis económica a las decisiones sobre la salud sexual y reproductiva de las mujeres? Mucho, y lo que está ocurriendo en Venezuela es el ejemplo perfecto; en ese país la situación socioeconómica que sufren sus habitantes está orillando a las personas a decidir en torno a cómo cuidarse de un embarazo no deseado y cuándo dejarán de tener hijos definitivamente.
Para nadie es un secreto que el país gobernado por Nicolás Maduro enfrenta una situación en donde la escasez de alimentos y productos básicos hace una peligrosa mezcla con la falta de trabajo e ingresos económicos; las recientes marchas opositoras al régimen revelan que a pesar de la represión, la gente está cansada de hacer filas en centros comerciales para poder conseguir aunque sea un poco de comida para sus familias.
La situación ahora también se ve reflejada en el reciente aumento de mujeres venezolanas que recurren a clínicas privadas para realizarse el proceso de esterilización; traer un hijo al mundo en esas condiciones de vida es condenarlo al sufrimiento, al experimentar desde los primeros días la pobreza, el hambre y un ambiente enrarecido, donde las calles gritan y exigen cambios, mientras los oídos sordos del gobierno sólo escuchan ecos de complot y golpe de estado.
Según información publicada por el medio ¡Pacifista! de Colombia, en Venezuela una caja de preservativos cuesta aproximadamente 10 mil bolívares, es decir, 3 dólares, mientras que las cajas de pastillas anticonceptivas cuestan 4 dólares; aunque pueda parecer poco dinero, equivale al diez por ciento del salario mínimo de ese país.
Aunque en los centros de salud se pueden adquirir a un precio más bajo, muchas mujeres denuncian que los productos que les ofrecen son de mala calidad e incluso caducos, por lo cual cuando se confían de ellos pueden quedar embarazadas involuntariamente.
Las operaciones para esterilizar a las mujeres también se ofrecen de forma gratuita en los centros de salud del gobierno a las mujeres que ya fueron madres, pero la situación actual del país provocó que el procedimiento esté reservado para situaciones de emergencia, porque los materiales quirúrgicos también son escasos.
En clínicas particulares, la operación para ligar las trompas de falopio asciende a los 500 mil bolívares (125 dólares), una cantidad que resulta un sacrificio para la ya de por sí golpeada economía de las familias, pero hacer ese gasto a la larga resulta una inversión que evita el sufrimiento de un ser humano y la mortificación de sus padres por conseguir pañales, leche y todo lo que un bebé necesita para crecer sano.
Pero incluso antes del nacimiento ya se sufre; para que un feto tenga un desarrollo adecuado requiere que la madre tenga una buena alimentación, viva en un ambiente tranquilo y no esté expuesta a situaciones de estrés; algo que, por ahora, no puede ofrecerle Venezuela a sus mujeres.
Aquellas que no logran hacerse la operación para dejar de tener hijos y quedan embarazadas de forma no planeada, cada vez más recurren al aborto clandestino, debido a que en Venezuela la interrupción del embarazo sigue estando prohibida.
Preparaciones de hierbas caseras o la introducción de ácidos por la vía vaginal son algunos de los métodos más populares en el país, aunque ambos representen un peligro severo para las mujeres y pongan en riesgo sus vidas.
“Los preparados de hierbas provocan una dilatación del cuello uterino y sangrado de hasta tres días”, explicó a ¡Pacifista! el ginecólogo venezolano Luis López, quien decidió salirse del sistema de salud del país por el bajo sueldo que recibía y poner su propio consultorio. “En emergencias hemos llegado a recibir mujeres desangradas en estado de shock y cercanas a la muerte”.
Aunque no hay cifras oficiales sobre mujeres que abortan o mujeres que recurren a la esterilización, organizaciones Plafam, dedicada a la promoción de métodos de planificación familiar, advierten que de 2015 a la fecha la tendencia ha aumentado de forma muy acelerada.
Aún no se puede predecir cómo estas tendencias afectarán el crecimiento y la evolución de la población venezolana, pero los médicos consultados por el periodista Aitor Sáez afirman que en un futuro las consecuencias serán muy significativas.
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