Cada 12 de diciembre, México se moviliza en nombre de la fe. La Virgen de Guadalupe provoca que millones de devotos salgan a las calles para visitar la Basílica —el templo religioso más grande de América Latina— para observar el ayate sobre el cual está la imagen de la “virgen morena”.
Las más de siete millones de personas que llegan a la Ciudad de México para cantarle la canción tradicional del folclore mexicano las mañanitas, se combinan con los que usan cualquier altar que esté en las colonias (barrios), mercados o lugares de trabajo.
Es un día de fiesta para la mayoría de los mexicanos porque se conmemora un año más de la aparición milagrosa de la Virgen en el Cerro de Tepeyac, en el norte de la capital mexicana, quien —de acuerdo con el rito católico— estampó su imagen en el ayate del indio Juan Diego. Comida, convivencia, música y fe inunda las calles en donde existe una imagen de la Virgen de Guadalupe.
Millones de peregrinos hacen el sacrificio de recorrer grandes distancias a pie, soportando el dolor y el cansancio, todo para poder estar unos cuantos segundos frente a la imagen de la que muchos consideran “la madre de todos los mexicanos” por ser la imagen religiosa con más devotos en el país.
(Foto: Reuters).
Sin embargo, muchas voces han hablado y cientos de estudios y artículos al respecto se han escrito tratando de desmentir el milagro y revelar el engaño, que dicen, la iglesia católica fabricó para lucrar en nombre de la fe.
La imagen de la Virgen María tiene una gran similitud a la pequeña imagen de origen islámico conocida como Virgen de la Extremadura, una provincia de España, la cual fue descubierta en el siglo XIII por el español Gil Cordero.
La pieza estuvo perdida desde el año 711, cuando ocurrió la invasión islámica en España, por lo que reencontrarla en un Río Guadalupe fue considerada una señal de Dios y en 1338 el rey Alfonso XI ordenó construir un templo a las orillas del río y la imagen fue conocida como Nuestra Señora de Guadalupe.
Un par de siglos más tarde, en 1519, el conquistador Hernán Cortés llegó a lo que hoy conocemos como México con la firme intención de conquistar el territorio y convertirlo en una extensión de España y esto incluía el control total de los habitantes.
Para lograrlo, tenían que terminar con las costumbres que ellos consideraban “paganas” y convertir al cristianismo a todos los indígenas.
Un personaje clave fue el obispo Juan de Zumárraga, quien llegó a la Nueva España en 1928. La historia católica cuenta que en 1531, la imagen de la Virgen de Guadalupe se apareció cuatro veces al indio Juan Diego, quien tenía que cruzar el cerro del Tepeyac para llegar a sus clases de catecismo.
(Foto: Reuters).
La intención de la virgen era usar al indio como mensajero para pedirle a Zumárraga que le construyera un templo en ese lugar.
Las dos primeras ocasiones, el obispo no le creyó a Juan Diego y le pidió pruebas del milagro. La tercera aparición de la virgen fue para pedirle al indio que regresara al día siguiente. Cuando lo hizo, la virgen le pidió que cortara las rosas de Castilla que milagrosamente había crecido en el cerro y se las llevara a Zumárraga.
Al llegar con el obispo y soltar el ayate donde Juan Diego guardaba las rosas, ambos descubrieron la imagen de la virgen plasmada en ese trozo de tela, por lo que Zumárraga al fin creyó en la historia y ordenó la construcción de la Basílica de Guadalupe.
Sin embargo, antes de esa aparición, los indígenas ya usaban el cerro del Tepeyac como un lugar para la adoración de una figura femenina: la diosa Tonantzin. El construir en ese mismo lugar una iglesia católica serviría para construir sincretismo con esa adoración “pagana” y sustituirla por una imagen católica.
Otro punto flaco de la historia original es que se describe a Juan Diego y Zumárraga como los testigos de la aparición milagrosa, sin embargo no existe ningún documento en donde el primer obispo de México haga mención a Juan Diego, la aparición milagrosa, o referencias a la propia virgen.
Lo que sí existe es un sermón escrito en donde Zumárraga menciona:
“¿Por qué ya no suceden milagros? Ya no quiere el redentor del mundo que se hagan milagros, porque no son menester; pues esta nueva santa fe tan fundada por tantos milagros de milagros como tenemos en los dos testamentos, lo que pide y quiere es vidas milagrosas”.
También hay documentos en donde el obispo Alonso de Montufar, sucesor de Zumárraga informa a la orden franciscana que utilizara la imagen de la virgen para atraer a más devotos, lo cual le provocó severas críticas de parte de sus superiores, ya que ellos eran enemigos de la idolatría.
(Foto: Reuters).
Incluso hay una carta de Fray Francisco de Bustamante a Montufar, en al cual le pide que deje de generar gran confusión en los nativos al solicitarles que adoren una imagen que había sido pintada por el indio Marcos Cipac de Aquino. Esto anula la teoría de una aparición milagrosa.
Pero entonces, ¿por qué tenemos conocimiento de la historia de Juan Diego y el milagro?
En 1648, el predicador Miguel Sánchez llegó a la Nueva España y notó que la imagen de la Virgen de Guadalupe comenzaba a tener relevancia entre los indígenas, pero no era lo suficientemente atractiva, así que decidió escribir el libro “La imagen de la Virgen María”, el cual fue traducido al náhuatl por Luis Lasso de la Vega, quien era el responsable de la capilla en donde se guardaba la imagen de la virgen.
La traducción es conocida como “Nican mopohua” y es gracias a ese texto hoy conocemos la historia ficticia de Juan Diego y la milagrosa aparición de la Virgen de Guadalupe.