El COVID-19 ha sido un golpe de suerte para los extremistas de derecha en todo el mundo. Esto es gracias a muchos factores, entre los que se encuentran:
Ahora bien, así como dentro del espectro de los extremistas de derecha existen los supermacistas blancos y dentro de este grupo hay un sector violento, si nos adentramos más en estas categorías podemos llegar a los individuos que llevan a cabo actos terroristas. Antes se hablaba del terrorismo islámico que es más conocido, pero ahora que este está en su punto más bajo desde el 2014 (IEP, 2020), el terrorismo de extremismo de derecha se encuentra en alza y ha utilizado la pandemia a su favor convirtiéndose en una amenaza creciente.
Ejemplos de ese tipo de terrorismo son: a) Anders Breivik, autor de un horrible ataque en Noruega en 2011 que mató a 77, la mayoría de ellos jóvenes en un campamento de verano; b) Brenton Tarrant, un ciudadano de origen australiano que dejó a 51 personas muertas y varias más heridas en la ciudad de Christchurch, Nueva Zelanda; o c) Patrick Crusius, quien mató a 22 personas en un Walmart en El Paso, Texas, en agosto de 2019.
En todo el mundo se han encontrado miembros de diferentes grupos con mayor movimiento a partir de la pandemia como los “boogaloo bois” en Estados Unidos. Estos son hombres armados vestidos con chalecos antibalas y camisas hawaianas que en los últimos meses han aparecido en protestas contra los bloqueos de COVID-19 y la brutalidad policial en todo el país. Sus ideologías son una mezcla de activismo antigubernamental, humor negro, y defensa de la Segunda Enmienda (la que protege el derecho de poseer y portar armas en EEUU)(Ulam 2020).
Según la Liga Antidifamación (2020), en 2016, el extremismo de derecha representaba el 20% de las muertes relacionadas con el terrorismo en EEUU. Para 2018, esa cifra había aumentado al 98%, y el 2019 marcó el año más mortal de la violencia supremacista blanca.
¿Y por qué se compara con el terrorismo islámico?
Una gran diferencia entre grupos como ISIS o Al Qaeda y los supremacistas blancos es que los segundos no tienen ni jerarquía, ni territorio, ni franquicias como los primeros. El movimiento de hoy en día está completamente disperso.
En relación con lo anterior, los analistas antiterrorismo tienden a desglosar el yihadismo global en función de qué tan conectados están los actores de las amenazas con una organización en particular. La taxonomía de la supremacía blanca, por otro lado, se centra en cómo los actores de amenazas individuales influyen entre sí (actores que además no son líderes espirituales como en el terrorismo islámico) (Ulam 2020). Esto se puede ver como la debilidad del grupo en cuestión y un lugar por donde se debe de entrar para desmantelarlos.
Como resalto anteriormente, generalizar siempre es un error y eso complica mucho los esfuerzos para detener el fenómeno. Hoy en día cualquier persona puede publicar memes hostiles o hacer comentarios de odio que pueden despistar y así es muy difícil detectar en línea las verdaderas amenazas de las bromas y quién se movilizará. Sin embargo, existen maneras de hacerlo (Ulam 2020). Plataformas como Facebook, Twitter y Telegram han eliminado cientos de miles de cuentas sospechosas y gracias a estas también se han encontrado a varios Anders, Brenton, o Patrick antes de que ataquen.
Según Ulam (2020), la naturaleza cibernética del terrorismo supremacista blanco puede servir para atacarlos porque; 1) ¿Qué tan escalable puede ser el movimiento si sigue tan disperso y desorganizado?; 2) ¿Qué pasa cuando te borran las cuentas o plataformas? Puedes hacer otra, pero eso te hace perder seguidores. Cerrar su contenido, foros, perfiles y sitios puede darles un duro golpe.
Ahora bien, aunque son muy útiles, estas medidas no son una solución general. Además de identificar a los radicalizados antes de que se movilicen y desmantelar lo ya existente en la red, hay que ir más atrás a los orígenes estructurales del problema, hay que ir al caldo de cultivo de estos extremismos. Dado que gracias al libre flujo de información que constituye un pilar fundamental de la paz existe el fenómeno, podemos concluir que el punto no es terminar con él sino terminar con lo que hace que los individuos se identifiquen con ciertos ideales. ¿En qué estamos fallando para que haya tantas personas que crezcan con esas ideologías? Ese debe de ser el foco, de lo contrario, el odio se seguirá expendiendo como un virus hasta que un día, sin esperarlo, nos toque un evento desafortunado más de cerca.
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