Una sección de la película de Mulán fue filmada en un lugar de abusos masivos de los derechos humanos de un sinnúmero de individuos, incluido el genocidio cultural contra las minorías étnicas como la uigur y actualmente existe un escándalo por ese motivo.
Según Barnes y Qin (2020) esta controversia sobre la ubicación fue un raro error ya que Disney es una de las empresas más inteligentes en el trato con China. No obstante, lo sucedido causó conmoción y acercó el problema a individuos en todo el mundo cuando se estrenó la cinta, ya que en los créditos, se agradece específicamente al Departamento de Publicidad del Comité de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang del Partido Comunista Chino, así como a la Oficina de Seguridad Pública en la ciudad de Turfán y otras entidades estatales.
¿Quiénes son los uigures?
Una minoría étnica musulmana que vive en muchas partes del mundo como Estados Unidos, Alemania, Turquía y Suecia y desde hace siglos en el noroeste de China en Sinkiang.
Siempre ha habido conflictos de discriminación hacia esta etnia, sin embargo, estos se agravaron cuando se produjo la llegada masiva de chinos a Sinkiang ya que los uigures pasaron a ser una minoría en lo que era su propia región. Los motivos más grandes de China para el trato hacia ellos son (BBC 2018):
Según los activistas, las políticas de Pekín han reducido las actividades religiosas, culturales y comerciales de los uigures, y muchos han sido acusados de terrorismo y encarcelados u otros han tenido que buscar asilo en el exterior. Ante esto, la ONU ya declaró que la cifra de afectados ya podría alcanzar el millón de personas.
¿Y por qué es tan grave la situación?
En Sinkiang existen unos lugares llamados “centros de formación profesional” y la Oficina de Seguridad Pública, a la que se agradece en los créditos de Mulán, es una de las principales fuerzas que administran esos lugares (NG 2020).
Allí y desde allí, se han producido desapariciones a gran escala, se impone la vigilancia e interrogatorio de uigures, se obliga a las personas a trabajar como esclavos, se exige que los uigures reciban a huéspedes empleados por el gobierno para espiarlos, y se practica la esterilización de mujeres entre otras cosas.
Pareciera que estamos hablando de eventos decenas de años atrás pero, desafortunadamente, esto no es así. El Departamento de Publicidad justifica estas atrocidades y la mayoría de estas políticas ya estaban implementadas (algunas de ellas eran conocidas en Occidente) cuando se filmó la película en 2018.
Según NG (2020), antes de que se estrenara la cinta (y antes de que el mundo descubriera en donde se filmó la sección de la que hablo gracias a las protestas), esta ya estaba sujeta a análisis por el tema político ya que:
Pienses lo que pienses de la película, e independientemente de todas las otras críticas positivas o negativas que se han suscitado como es normal, si te fijas únicamente en el tema de los uigures o de Hong Kong, esta ya tiene muchísimo peso simbólico para muchos sin importar cuál era la intención de la producción.
¿Cuál era la intención de Disney?
Todo lo contrario a lo que está pasando. Según Niki Caro, la directora de la película, esta se hizo como una “carta de amor a China”. Sin embargo, una gran cantidad de individuos está haciendo campañas para boicotearla y Disney se convirtió en el último ejemplo de una empresa global que tropieza a medida que Estados Unidos y China chocan cada vez más por los derechos humanos, el comercio y la seguridad, incluso cuando sus economías siguen entrelazadas (Barnes y Qin 2020).
Si lo vemos del lado no intencional, porque parece que así fue ya que la producción ya lo dijo, la película fue elaborada por occidentales que tuvieron poco cuidado con los temas de los que hablo, y el desorden fue inconsciente. De hecho, según Barnes y Qin (2020), lo que se terminó mostrando del lugar fue un minuto en toda la película. El gran tema aquí es que esto ya sucedió y ese minuto se volvió un escándalo aún cuando es una práctica común en Hollywood acreditar a las entidades que permiten que se realicen las filmaciones y cuando gran parte de las escenas se llevaron a cabo en Nueva Zelanda. Además, disculparse por los créditos de Xinjiang podría enfurecer a China y amenazar el lanzamiento de películas futuras.
Por supuesto que hay mucho espacio para diferentes interpretaciones. La historia puede adquirir una gran variedad de significados y muchos nunca sabrán nada de lo que menciono, sino simplemente disfrutarán de la película y la dejarán pasar, o verán la parte positiva de que todo el elenco es asiático y la directora mujer. No obstante, sí considero que tanto la cultura como el simbolismo y los acontecimientos actuales son importantes. Además, como internacionalista, reconozco el poder blando que pueden representar las películas en la audiencia global. Hoy en día con la interconectividad, la audiencia no se limita a regiones.
Fuera de los “haters” de Hollywood o las personas que están molestas con sus debidas razones por el error que Disney cometió, hay que tratar de ver esto desde el ángulo de la reflexión. Personalmente, la película me gustó. No obstante, cuando me puse a leer lo que está sucediendo, me llevé varias lecciones:
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*Las columnas de opinión de Cultura Colectiva reflejan sólo el punto de vista del autor.