Se cumplió una semana más en la que recibimos noticias sobre amenazas o sanciones de Estados Unidos a empresas chinas. Hace unos días, la Cámara Baja del Congreso estadunidense votó a favor de prohibir que empleados del gobierno federal descarguen y usen TikTok en dispositivos de comunicación otorgados por dependencias del gobierno, como parte de una iniciativa de ley de defensa.
Queda claro que, después de la ofensiva del gobierno de Donald Trump contra Huawei, el gobierno estadunidense tiene ahora un nuevo blanco: ByteDance, la empresa dueña de TikTok, fundada en Pekín. Los argumentos parecen razonables: la aplicación podría ser una “seria amenaza de seguridad nacional”, según dijo el congresista republicano Ken Buck, ya que los datos que recoge de los ciudadanos estadunidenses “podrían ser usados en un ciberataque contra nuestra república” si son compartidos con representantes del gobierno chino.
Pero el hecho es que no hay evidencia tangible de que TikTok comparta información privada de los usuarios con las autoridades chinas. Según análisis hechos por expertos en seguridad digital, la recolección de datos que realiza TikTok no es particularmente distinta a la que otras apps basadas en la venta de publicidad (como Facebook o Twitter) hacen. “Todo parece indicar que la aplicación disponible en iOS para el mercado occidental recolecta información analítica estándar”, según declaro Will Strafach, un investigador de seguridad en iOS a la revista Wired. En pocas palabras, no hay elementos para decir que TikTok sea más “peligrosa” para nuestra privacidad que las redes sociales con sede en Estados Unidos que usamos todos los días.
Entonces, ¿cuál es el problema?
Queda claro que el asunto no necesariamente es que empresas como Huawei, ZTE o ByteDance manejen datos de ciudadanos estadunidenses de una manera más irresponsable que otras. El problema es que son chinas, y Estados Unidos tiene una confrontación no bélica con ese país desde hace varios años. Es lo que se ha nombrado la “nueva” Guerra Fría entre China y EE.UU, que de nueva no tiene nada: algunas de las as primeras menciones públicas de este término datan, tras una rápida búsqueda en Google, al año 2016, justo en la víspera de las elecciones donde sería electo Donald Trump.
Las primeras tarifas para importaciones chinas que impuso Trump datan de marzo 2018; en diciembre de ese año, el director de finanzas de Huawei es detenido en Canadá por supuestamente haberle vendido equipo al gobierno iraní a pesar de las sanciones comerciales impuestas por Estados Unidos; y en marzo 2019, Huawei demanda al gobierno Estadunidense por prohibirle a agencias federales comprar equipo tecnológico a la empresa china.
Desde entonces, las cosas sólo han empeorado. Hace unos días, el gobierno estadunidense acusó a dos hackers chinos de ser parte de una campaña de hackeo global por más de 10 años, culminando en un intento por robar investigación sobre el tratamiento y una vacuna contra la COVID19. Debido al supuesto robo de propiedad intelectual perteneciente a empresas estadunidenses, funcionarios del departamento de Estado han dicho que “China ha realizado durante años espionaje ilegal” en territorio estadunidense, teniendo como blancos tanto al gobierno como a ciudadanos estadunidenses.
El punto no es si TikTok se roba nuestros datos (no sería la única empresa del planeta en hacerlo), o si Huawei instala YouTube o no en sus teléfonos. Las tensiones entre Estados Unidos y China obedecen más bien a una competencia tecnológica que se parece mucho a la carrera por la conquista del espacio que se vivió entre nuestro vecino del norte y la extinta Unión Soviética luego de la Segunda Guerra Mundial.
En pocas palabras, lo que Estados Unidos quiere evitar es que China termine dominando las telecomunicaciones globales gracias al desarrollo de la tecnología 5G y de cualquier otro instrumento tecnológico que los ponga en ventaja con respecto a la supremacía que, hasta hace poco, tenía Estados Unidos a través de compañías como Microsoft, Apple y Google.
Y esto, ¿cómo nos afecta a nosotros como consumidores en México? Pues mucho, como ya lo podemos ver con los más recientes equipos de Huawei que no tienen preinstalada ninguna aplicación de Google dada la prohibición del gobierno estadunidense de que cualquier empresa con sede en ese país tuviera negocios con la empresa China. Eso significa que no hay manera sencilla de usar aplicaciones como YouTube o Google Maps en un teléfono de última generación que puede costar más de 20 mil pesos.
En el caso de TikTok, aunque una prohibición estricta de la app en territorio estadunidense se antoja complicada (sería una contradicción, dado que Estados Unidos estaría censurando el uso de una plataforma que permite la libre expresión de ciudadanos, haciendo lo mismo que hace el régimen Chino en su territorio), sí podrá afectar fuertemente la penetración de la aplicación en occidente al impedirle hacer negocios con compañías que pudieran comprar publicidad en la plataforma, restándole atractivo y tracción.
Lo cierto es que no se ve fin para las tensiones entre Estados Unidos y China, y en medio está el comercio internacional y el avance científico y tecnológico de la humanidad. Y llegará el día en que, como país y como consumidores, tengamos que escoger a un lado, aún si se trata de una aparentemente banal decisión de qué celular (o red social) usar.
Diego Mendiburu es conductor de QWERTY, el programa de tecnología, emprendimiento y videojuegos de Reactor 105. Puedes seguirlo en Twitter como @echameuntuit, escuchar el podcast en Spotify, o ver sus videos en YouTube.
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*Las columnas de opinión de Cultura Colectiva reflejan sólo el punto de vista del autor.