Hay días en los que cuesta más escribir. Y no es que no haya temas que abordar; no, al contrario. Pero resulta que desde un mes estoy participando en las capacitaciones para mis nuevas clases.
“¿Pues no que tienes 13 años dando clases?”. Pues sí, pero resulta que las cosas ya no son iguales, y nos toca a los docentes ajustar nuestra manera de enseñar a la realidad que estamos viviendo.
¿Qué implica esto? En mi caso, aprender a utilizar herramientas que, se supone, facilitarán la transmisión del conocimiento a los alumnos. Me imagino a un equipo de pedagogos y otros expertos en educación, ideando la mejor manera de que haya trabajo colaborativo, presentaciones creativas, algo muy intuitivo para que todos, maestros y alumnos, aprendamos de la mejor manera. Pero el asunto es que no me siento cómoda (sí, me estoy confesando).
Y no me siento cómoda, porque aún no conecto mi clase (la manera en que siempre me he relacionado con los estudiantes para compartir el conocimiento) con la forma en que podría dar el mejor uso a estos instrumentos. Me explico.
Padlet, por ejemplo, permite, entre otras cosas, realizar lluvia de ideas, realizar discusiones grupales, así como trabajo en equipo. Sin embargo, a mí me causa mucho estrés que todo mundo puede escribir al mismo tiempo; es decir, puedes ver lo que el otro hace y los posts en los que cada quien escribe se van moviendo y acomodando, según se van publicando. Algunos dirán que soy una exagerada… puede ser, pero un ejercicio de estos con pocos alumnos puede resultar hasta divertido, pero cuando son más, les juro que hasta es molesto. Ok, ok… la probaré en clase, pero admito que prefiero que los alumnos compartan de viva voz su opinión.
También algunas, como Genial.ly, que me parecen muy útiles, y tengo que decir me está gustando hacer presentaciones con ella, porque, aceptémoslo, Power Point es aburrido, y no todos tienen acceso Keynote. Lo que más me gusta es que hay plantillas que realmente se pueden ajustar a lo que cada quien necesita y puedes compartir tu presentación con un link y no en archivo.
La más divertida y que considero que permite a los estudiantes trabajar su parte creativa es Pixton, una aplicación que se basa en la construcción de cómics, y que logra, además que haya trabajo colaborativo.
¿Cuál es la parte “mala”? Que todas cuestan, aunque tiene una versión gratuita. Y uno pensaría que las escuelas privadas tendrían recursos para comprar licencias o lo que se necesite, pero la realidad es que no es así. Y no es una crítica; muchas escuelas privadas han cerrado sus puertas porque ya no tienen dinero. No ahondaré en el tema, pero en la próxima columna lo revisaremos.
Y esto también nos lleva a un problema que he planteado desde las primeras columnas: el acceso a internet y la capacitación. ¿Podemos comparar estos ejemplos con lo que los alumnos y alumnas de las escuelas públicas del país usaron estos meses (Aprende en Casa)?
Ahora, lo que me preocupa en particular y que justo tiene que ver con la incomodidad que comentaba al principio, es que estas aplicaciones -con excepción de Genial.ly-, no están diseñadas para trabajar con estudiantes de nivel superior. Como les he compartido, soy profesora universitaria, y mi mayor reto es crear un espacio que sí permita la transmisión del conocimiento sin que los alumnos se sientan tratados como niños.
No podemos meter a los estudiantes de todos los niveles en la misma olla, pensando que de cualquier forma aprenderán, y que no importa el formato en que presentemos la clase. De ahí la importancia de capacitarnos, de aprender y re-aprender a enseñar.
Me encantaría decir que en menos de lo que imaginamos ya estaremos de regreso en las aulas y sin preocuparnos por estas cosas, pero creo que eso sucederá hasta el próximo año.