Por Joanna Pirod/ TuMoney.com
Los que vivimos en la CDMX lo damos por un hecho pero, ¿Se han puesto a pensar qué pensará un extranjero de todo lo que se ve y se escucha en la ciudad de México? A lo largo de mi carrera he podido entrevistar a varios músicos extranjeros y esta pregunta era recurrente.
Claramente no sabían de dónde viene o qué es pero el sonido de “Lleve sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueñoooos” es icónico de esta ciudad y la voz del “fierro viejo que venda” ya hasta se usó en una canción de Beak, el más reciente proyecto de Geoff Barrow.
Estos son los sonidos de México. Los sonidos del comercio informal que recibió una muy buena azotada a principios de la pandemia en México y el mundo. Según datos del INEGI del 2019, 22.7% de la riqueza del país se genera del comercio informal o personas que ofrecen bienes y servicios sin estar registrados formalmente ante hacienda y más de la mitad de los mexicanos están empleados en actividades económicas que no están reguladas ni generan prestaciones de ley, apoyos económicos, ni otras protecciones o incentivos para los empleados.
Este porcentaje de personas en comercio informal, que probablemente sea más alto de lo que reporta el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, fueron y son la población más vulnerable ante el Covid-19 pues son personas y familias enteras que dependen de lo que se genera día a día en las calles de nuestro hermoso y muy ruidoso país. Ellos no pudieron darse el lujo, porque es un lujo, de quedarse en casa, cuidarse y no salir a trabajar para conseguir el dinerito que día a día tienen que generar para llevar sostén a sus familias. Muchos no lo hicieron y fueron aquellos los más expuestos a la tasa de mortalidad y la incertidumbre de esta nueva enfermedad que a todos no agarró desprevenidos.
Esta misma población vulnerable también tiene ventaja sobre los demás. No tuvieron que hacer recortes, despidos o cumplir con obligaciones de sueldos y prestaciones de ley al momento del impacto como muchas grandes y medianas empresas en México y tienen la gran posibilidad de transformación. Hoy, por ejemplo, las personas que te vendían plumas, limas y todo tipo de chunches en el metro ahora venden cubrebocas, gel y alcohol y, al igual que muchos otros negocios formales, tuvieron que adaptarse a la contingencia y protegerse a ellos mismos con estas nuevas medidas de higiene que a todos nos vienen bien.
Y ese fue el nombre del truco durante este difícil periodo. Adaptación. Todos, en buena medida, tuvimos que adaptarnos a lo que llaman la “nueva normalidad”. A vender algo nuevo que fuera atractivo o necesario para el resto de las personas, a trabajar de casa, a comer diario en ella, a tener mucho más cuidado con lo que metemos a casa, a pasar tiempo con quien fuera solo indispensable, tantas cosas. Y ahora que apenas comenzamos a re adaptarnos a los cambios que estamos viviendo y todo lo que está por venir te recomendamos apoyar a quienes peor sufrieron durante este periodo.
Compra local, apoya a los negocios familiares. Si tienes que comprar productos básicos como un refresco o un chocolate, ve a una miscelánea del barrio en vez de una tienda que tiene más probabilidad de sobrevivir. Compra en mercados y la central de abasto (que por cierto te puede entregar todo vía internet accediendo a centralenlinea.com), compra comida de los restaurantes de tu zona que te gustan y necesitan recuperarse, ayuda a pequeños comerciantes que necesitan ese apoyo mucho más que una tienda departamental o un gran supermercado y escucha su grito de ayuda. Vamos salir de esto pero necesitamos ayudarnos mutuamente y brindar nuestro apoyo a quienes más vulnerables han sido durante este periodo.
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*Las columnas de opinión de Cultura Colectiva reflejan sólo el punto de vista del autor.