“Por fin, un respiro para el planeta”, desde que inició la pandemia es lo que hemos escuchado y leído junto a imágenes —algunas reales y otras no— de aguas cristalinas en Venecia, cielos despejados en las grandes urbes y de animales salvajes transitando por ciudades como señal de que “la naturaleza se recupera”, pero es errónea la percepción social sobre el beneficio al ambiente.
Confinarnos en casa, disminuir las actividades industriales y parar el transporte de cielo, mar y tierra, hizo que en los primeros meses de pandemia sí se disminuyeran las emisiones globales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) causantes del Cambio Climático (¡lo que ningún tratado internacional o política pública había logrado!), sin embargo, esto sólo está teniendo un efecto momentáneo.
En el estudio publicado este mes en Nature climate change se concluye que el impacto de la reducción de emisiones que le debemos a la pandemia será insignificante. A medida que los países reanudan actividades económicas, los GEI volvieron a aumentar, pues como ya sabemos la economía mundial está basada en combustibles fósiles que generan emisiones a la atmósfera provocando el efecto invernadero causante del cambio climático.
Emergencia sanitaria, ¡y climática también!
Los gases de efecto invernadero y el SARS-CoV-2 tienen varias cosas en común: 1) son invisibles a los ojos, 2) son una amenaza para la humanidad y 3) ambos requieren de la acción coordinada de todos los gobiernos y ciudadanos para mitigarlos, pero hay una diferencia: el impacto de uno de ellos es considerado emergencia mundial y el otro no.
Sin lugar a duda, la pandemia por COVID-19 está diezmando a la población humana y, según estimaciones de Cepal, generará la recesión económica más grande de nuestros tiempos con secuelas para los siguientes años, pero el cambio climático —del que no se ha querido hablar como emergencia— tendrá repercusiones por décadas en nuestra economía, en la salud y bienestar humano, en los ecosistemas naturales y en toda la vida que existe en el planeta, así lo ha venido diciendo el Panel Intergubernamental de especialistas en Cambio Climático (IPCC).
Metafóricamente hablando es pensar a la pandemia como una ola gigante que nos revuelca y al cambio climático como el tsunami que terminará ahogándonos si no hacemos algo.
La pandemia no puede hacer nuestro trabajo
“La ralentización industrial y económica causada por la COVID-19 no sustituye la acción climática” dijo Petteri Taalas, secretario general de la Organización Mundial de Meteorología (OMM), así que, una cosa es que la pandemia nos esté sirviendo para darnos cuenta que sí es posible reducir las emisiones y otra muy distinta es pensar que nos ayuda a resolver problemas ambientales.
Porque aún en pandemia se continúan registrando altas temperaturas mundiales, siguen los incendios forestales e inundaciones, la defaunación y deforestación no cesa, y nuestra sociedad continúa con hábitos hiperconsumistas, e incluso ahora se suma la basura covid.
Algo interesante es que hemos experimentado grandes cambios: los gobiernos de todos los niveles y de todos los países tuvieron que trabajar coordinadamente entre ellos priorizando la vida humana pese a la caída económica; también cada uno de nosotros se ha adaptado a la situación, hemos transformado nuestras vidas, nuestra forma de trabajar, estudiar y relacionarnos, y han surgido diversas iniciativas sostenibles y solidarias.
Esto demuestra que con voluntad política y ciudadana lograríamos hacer lo mismo pero para mitigar y adaptarnos al desafío de nuestra época: el cambio climático. Eso sí, sin que sea a costa de vidas humanas ni del bienestar social.
Tenemos conocimiento científico y tecnología de punta, contamos con los saberes y experiencia de los pueblos originarios, hemos firmado y ratificado tratados y acuerdos internacionales, ya existen políticas públicas que bien pudieran resolver y resarcir planificada y articuladamente situaciones de salud, medio ambiente y transición energética para que realmente consigamos “un respiro para el planeta” y por lo tanto, también para nosotros.
***Citlali Aguilera es Bióloga y comunicadora de ciencia, ambiente y cambio climático. Maestra en Gestión Ambiental para la Sustentabilidad. Mención Honorífica Nacional al Premio al Mérito Ecológico en la categoría “Cultura y comunicación” que otorga la SEMARNAT. Integrante del centro de investigaciones en estudios transdiciplinarios “EcoDiálogo” de la Universidad Veracruzana donde imparte clases y coordina proyectos de educación ambiental. Conduce y co-produce “La Ensalada” de RadioUV. En 2019 fue seleccionada por Earth Journalism Network para cubrir la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático COP25.
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