Recuerdo que en una de mis últimas clases presenciales de yoga el instructor nos habló sobre uno de los conceptos filosóficos más importantes que tiene esta disciplina: Ahimsa, que en pocas palabras se refiere a la no violencia y el respeto a la vida. Mencionó que por eso un yogui no es carnívoro ya que la manera cruenta de sacrificar a los animales es todo lo contrario a este principio.
Yo le dije que me parecía que en este mundo global del siglo XXI la situación se complejiza porque también la producción de vegetales podría estar generando violencia e irrespeto a la vida, creo que le incomodó un poco mi comentario y lo comprendo pues su postura era más bien filosófica e ideológica y la mía no. Me explico:
Lamentablemente la mayoría de nosotros consume vegetales del sistema que impera en este mundo global: la agroindustria, que requiere la intensificación y tecnificación agrícola a través de monocultivos para producir a gran escala, para ello necesita de paquetes tecnológicos que incluye productos mejorados genéticamente, agroquímicos, y otros; si hacemos nuestras compras de vegetales en supermercados y tiendas transnacionales es casi seguro que nos estamos alimentando de ese sistema.
La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) menciona que este tipo de agricultura ha sustituido a selvas, bosques, manglares, por campos de siembra -así como por pastizales para ganado-, lo cual ha traído pérdida de biodiversidad en territorio mexicano.
¿Porqué? cuando compras en el “super” esos grandes, jugosos y brillantes tomates, se emplearon plaguicidas y herbicidas, que son agroquímicos que mataron, en primer lugar a insectos y plantas no deseadas (por la industria y los empresarios), reduciendo así la disponibilidad de alimentos para animales más grandes-según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), es así que se llega a destruir la red ecológica dentro de un ecosistema natural como resultado de una producción a gran escala de hortalizas.
Por ejemplo, el codiciado aguacate. Un estudio del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) sobre el cultivo comercial a gran escala del aguacate en la zona de Michoacán (la más importante a nivel nacional) reveló que la superficie de bosque disminuyó en un 78% obligando el desplazamiento de la fauna silvestre que, se sugiere, sucumbió en su mayoría.
Así que bajo esta política de producción tanto la carne animal como un producto vegetal pueden violentar la vida en el planeta. Eso me llevó a una segunda etapa de reflexión. Pienso que a estas alturas del partido la polémica ya no es una cuestión de ser vegetarianos, carnívoros u omnívoros, cada quien está en su libre derecho de decidir su estilo de vida por las razones ambientales, políticas, culturales e ideológicas que sean; pero lo que sí es importante es cuestionarnos sobre el sistema alimentario del que decidimos alimentarnos y consumir.
Porque otra cosa es producir nuestros propios alimentos o ir al tianguis más cercano, y otra muy distinta es comprarles a pequeños productores, cooperativas de campesinas y a marchantas sus productos agroecológicos locales, regionales y de temporada que sean culturalmente significativos, lo cual dista mucho de pertenecer al modelo global y capitalista de la producción de alimentos a gran escala que además contribuye alarmantemente al cambio climático.
Los datos, cifras y estadísticas que arrojan los estudios científicos sobre el tema, así como las reflexiones filosóficas que diversas culturas exponen frente a nuestra conciencia son una realidad ineludible.
Lamentablemente el sistema alimentario global y capitalista no desaparecerá pronto, pero lo que sí podemos hacer son cambios: de forma colectiva generando redes de consumo responsable y consciente, poniendo al centro a las campesinas, agricultores y productores, y también de manera personal pues como consumidores podemos decidir adquirir alimentos que sí respeten la vida en este planeta. Diría Mahatma Gandhi, activista pacífico practicante del Ahimsa durante su vida política en India, “sé el cambio que quieres ver en el mundo”.
***Citlali Aguilera es Bióloga y comunicadora de ciencia, ambiente y cambio climático.
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*Las columnas de opinión de Cultura Colectiva reflejan sólo el punto de vista del autor.