La mirada a la juventud es parte de la narrativa de muchos escritores y directores. El encuentro con los que consideramos los mejores momentos de nuestras vidas por diversos factores como las amistades, el amor, la falta de responsabilidades e incluso la ignorancia y el salto a la vida adulta. Un mundo lleno de posibilidades al que esperamos lanzarnos sin dudar. Pero el eventual choque con la realidad transforma nuestras ideas, y de esos días de gloria sólo queda el recuerdo. Edgar Wright hace de esos recuerdos e ideas la base de sus películas.
Oriundo de Inglaterra, este director ha alcanzado la fama gracias a su comedia inteligente y diferente. Con un característico humor británico, la añoranza por la juventud se refleja en sus obras de diferentes formas. El empleo de un lenguaje visual activo y dinámico con muchos cortes de cámara que entrelazan situaciones y diferentes puntos de vista obliga al espectador a prestar atención a los detalles, pues en ellos se encuentra gran parte del humor de Wright.
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Como muchos directores, Edgar Wright ha trabajado en mancuerna con un selecto equipo, y el protagonista de su famosa “trilogía del Cornetto” (referencia y parodia a la trilogía del color de Krysztof Kieslowski ) Simon Pegg fungió como co-escritor de cada película. El legado del director existe a través de tres películas en las que Simon Pegg o Nick Frost, el otro protagonista de las películas de Wright, tienen actitudes adolescentes en un mundo que ha cambiado para ellos y que espera que se adapten. Este miedo al cambio lo refleja de maneras descabelladas a lo largo de estas cintas.
En la película inicial y la que lo llevó al estrellato mundial, Shaun of the dead, Wright creó el género “comedia romántica de zombies” que narra el intento de un hombre por recuperar a la novia que lo abandonó debido a que vive en el pasado, no abandona su pub favorito, ni hace consideraciones especiales con su novia e incluso mantiene el mismo trabajo que consiguió muchos años atrás y que no lo lleva a ningún lado. Todo esto mientras el Apocalipsis zombie invade Inglaterra. La metáfora de crecimiento mientras el mundo se consume y todo cae en pedazos es notable, junto con uno de los grandes dilemas que surgen en la juventud, cómo el salir de la zona de confort, cambiar hábitos físicos y mentales e incluso la disputa entre el amor y la amistad.
El segundo capítulo de la trilogía, Hot Fuzz muestra a Simon Pegg como Nicholas Angel un hombre maduro pero emocionalmente inestable. Éste vive para servir en su trabajo como policía e incluso obedece cuando es enviado a un pequeño pueblo inglés donde su compañero Danny, un inmaduro e incompetente policía servirá como introducción a un pueblo donde comienzan a ocurrir misteriosos asesinatos. Un homenaje a las películas de acción y de policías. La película juega con un humor caricaturesco, pues mientras Nicholas Angel es un hombre maduro, responsable y realista, el pueblo entero actúa con diversos elementos que son imposibles en la realidad, desde el cuerpo policiaco, pasando por la amabilidad exagerada de todos e incluso la razón de los asesinatos ocurridos.
Finalmente, en el que podría ser el filme más introspectivo de Wright pero de igual manera el más irreal The world´s End es una mezcla de comedia con ciencia ficción. Mientras un grupo de amigos que se han separado desde su juventud se reúnen a petición del que fuera el líder cuando eran adolescentes y ahora es un hombre fracasado que vive de sus viejas glorias, van descubriendo un complot mundial planeado por alienígenas para conquistar el mundo.
La diferencia entre los guiones de Pegg y Wright, comparados con otras comedias, es que ellos buscan un ángulo diferente. En esta ocasión no sólo son amigos separados, no es simplemente la añoranza de ser jóvenes por siempre, ahora hacen una seria crítica al comportamiento humano, en el que defienden el derecho a la imperfección y convierten esos malos hábitos en las cualidades que nos definen como humanos. Es por eso que esta película funciona, mostrando un tour por diversos bares ingleses que convierte a los salvadores de la Tierra en un grupo de borrachos incoherentes. Esta cinta incluso crítica la homogenización de los lugares en los que el director creció. Una muestra del capitalismo y la destrucción de tradiciones como lo es un pub inglés.
Se puede hablar mucho de las películas de Wright, pero es imposible definir esa estructura rápida, actual y llena de un humor silencioso pero presente y persistente. Unos diálogos agudos y una búsqueda de ese elemento juvenil que da lugar a la locura y a lo irreal son lo que Edgar Wright compacta en dos horas en pantalla. Sólo viendo sus películas es posible intentar entender ese anhelo por la adolescencia, esa negación a la madurez que ha hecho del joven director un profesional en la vida laboral, a la vez tan ligada y desligada de la vida real, pues mientras continúe escribiendo y grabando podremos ver cuáles son las siguientes etapas de la vida que sin duda examinará bajo una lupa especial dando rienda suelta a situaciones hilarantes e inteligentes.