De la culminación de un sueño, de eso trata la película Hombres al agua, dirigida por Gilles Lellouche (No se lo digas a nadie, 2006) una divertida comedia francesa que muestra de forma muy amistosa la triste realidad de los integrantes de un equipo masculino de nado sincronizado. Si bien este tipo de disciplina es más común en la rama femenil, es precisamente ese elemento el que es utilizado como el eje diametral para romper con el esquema de lo ya establecido en la historia de 7 hombres en crisis.
La película demuestra que en los peores momentos de nuestra vida, los reflejos de sobrevivencia se aletargan y los buenos hábitos que en algún punto adquirimos, pierden su constancia, lo que nos ahoga en crisis, pero depende de las situaciones específicas de cada uno y, en gran medida, la voluntad de salir adelante, como lo muestra Hombres al agua.
La historia plantea, a través de sus protagonistas, situaciones que implican no sólo temas personales sino familiares, económicos y morales, evidenciando algunas de las posturas que aquejan a sus distintas versiones de la masculinidad.
Un desempleado sumido en la depresión; la falta de prioridades de un empresario que pretende evitar la quiebra, o la violenta relación de un padre con su hijo tartamudo y una madre demente, son algunas de las realidades que aquejan a los miembros del equipo.
La dinámica de la película cambia a partir del momento en el que el equipo decide inscribirse a un torneo internacional de nado sincronizado varonil. A partir de ese momento la actitud y el rimo de trabajo de aquellos hombres sufrirá una curiosa metamorfosis.
El recuso utilizado por el director es integrar elementos de comedia por medio de las distintas situaciones en las que se meten estos tipos, que podrían ser en algunos casos ridículas, pero la composición entre la historia y el trabajo de los 7 actores franceses que protagonizan la historia (Mathieu Amalric, Guillaume Canet, Benoît Poelvoorde, Jean-Hugues Anglade, Philippe Katerine, Félix Moati y Alban Ivanov), crea un balance y naturalidad que lleva a la carcajada en repetidas ocasiones, mientras refleja las dificultades que tienen para cambiar sus hábitos, enfrentar la realidad y superar sus conflictos.
Si bien este recurso puede carecer de balance, volcándose por completo en la comedia, es una amena historia que conjuga la tragedia de una crisis masculina y la intención de perseguir un ideal, ya que metafóricamente sólo quedan dos recursos para estos caballeros; hundirse en medio de sus problemas o nadar para darle un nuevo sentido a la vida.
Una comedia ligera que rompe con los estereotipos de género que permite salir a hombres y a mujeres con una gran sonrisa.
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