Si la falta de dos puntos, comillas, signos de interrogación, guiones y mayúsculas hizo que te perdieras entre las líneas de un libro, seguramente leías a José Saramago (1922-2010), pues su estilo exige cierto compromiso con la lectura y completa concentración para transportarte a un mundo que luce, en primera instancia, caótico. En 1995 José Saramago, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1998, presentó una de las historias más reconocidas de su trabajo. Por medio de Ensayo sobre la ceguera, una de esas obras que te ayudarán a entender el amor, la vida y la soledad, el escritor portugués intenta describir el comportamiento humano en las condiciones más extremas, planteando una duda: ¿realmente los seres humanos somos tan civilizados como creemos? Esta es una selección de algunas frases de Ensayo sobre la ceguera, ese libro que nos hace imaginarnos un mundo en el que ver es un privilegio y al mismo tiempo, un castigo.
En Ensayo sobre la ceguera una epidemia repentina de ceguera blanca ataca a una ciudad entera. Uno a uno, sus habitantes pierden la capacidad de ver, pero no la posibilidad de sentir que se les reconoce humanos. La plenitud individual alcanzada con una práctica armónica de la razón, la capacidad de percepción sensitiva y la sublimación de lo sentimental corren a lo largo de la novela-ensayo del escritor lusitano. La incapacidad humana de apreciar en lo individual, extendido a lo social, de la importancia contenida en la normatividad ética que permite reconocer al otro, a los otros en la cotidianidad de los actos morales, significativos para la vivienda personal y magnificados en La República, de Platón.
La mundialización cultural, síntesis totalizadora de los fenómenos económicos-científicos y tecnológicos uniformadores del pensamiento, y deshumanizadores a causa de los pequeños egoísmos humanos.
Las decisiones consensuadas de hombres dispuestos a la apropiación de una ética normativa que sea aceptada como universal, planteada por Kant como la unidad entre el deber y las reglas morales que buscan el mayor bienestar posible, o dicho de otra manera, generar el menor mal deseable. Una organización social capaz de atender las múltiples necesidades humanas fabricadas artificialmente en tiempos de libre-consumo, y que sea capaz de reconocer, en los actos morales del hombre, su aspecto teológico, es decir, la guía moral de las decisiones humanas como una consecuencia de la rectitud de sus propias acciones. Saramago pone en tela de juicio la aseveración de una sociedad universal de seres racionales.
En la neomodernidad, la barbarie se universaliza. En Ensayo sobre la ceguera Saramago plantea que, en el uso de la razón, existe quizá la posibilidad de ofrecer algo bueno de sí para evitar la irracionalidad contenida en estos actos. El homicidio consumado, la infidelidad, el poder abusivo, la ceguera del inconsciente colectivo, la falta de solidaridad del ser humano y la incapacidad de amar al prójimo son tópicos que se exponen, según el juicio del escritor portugués, quien mira con enorme pesar la existencia de individuos con la capacidad de ver, pero que sin embargo se niegan a sí mismos la posibilidad de mirar críticamente su actuar cotidiano. Este planteamiento denota la propensa individualidad en la que una sociedad puede caer bajo las consecuencias del comportamiento humano en la toma de decisiones. Finalmente Saramago puntualiza: “Si quieres ser ciego, lo serás”.
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Poco autores convocan como José Saramago tantas olas de pensamientos. Sin ningún afán de condenar, reordenar o resolver las problemáticas del mundo, un viaje por su obra significa una mejor comprensión de los errores que condenan a la raza humana.