Tres años antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y de las radicales decisiones que tomó el gobierno de Estados Unidos para crear un estado de vigilancia completa en su territorio y más allá de sus fronteras, la película “Enemy of the State”, protagonizada por un brillante Will Smith, predijo la utilización de satélites para tener el control de sus ciudadanos.
Creíamos que el control y el espionaje era cuestión de satélites con lentes de gran alcance; cuando, en realidad, la vigilancia se desarrolló a pequeña escala, personal, pero con un alcance y precisión global. La telecomunicación, como en “The Dark Knight” (2008), se puede volver en contra de sus usuarios para extraer información.
Creíamos que el espionaje era propio de la Segunda Guerra Mundial, de la Guerra Fría, Estados Unidos y sus infinitos adversarios políticos, cuando en realidad, es algo que en México existe desde hace años y cuya práctica ha sido sistematizada. Lo único que cambian son los nombres del espionaje y control.
Actualmente se llama Pegasus y es un malware que llega a tu dispositivo celular vía mensaje y lo hackea para que terceros tengan accesos a todos documentos y data.
El 11 de agosto de 2014, fue detectado por primera vez en el celular de un activista de Medio Oriente. El defensor de los Derechos Humanos recibió un SMS con un enlace al final; decidió no abrirlo y llevar su dispositivo a analizar: el resultado, el enlace era el portal de acceso para el malware.
Sólo es necesario un click para que todo el dispositivo sea vulnerado, para que se tenga acceso al control de la cámara y micrófonos, se acceda a llamadas, mensajes (Messenger, Whatsapp, SMS), correos, datos adjuntos y todo el contenido multimedia almacenado. Además de calendario, geolocalización e información de contactos.
Un año después, en México, se descubrió dicho programa. Esta vez el objetivo fue el periodista que había investigado la controversial Casa Blanca de Enrique Peña Nieto: Rafael Cabrera, que en su cuenta de Twitter expuso el ataque:
Los análisis de Pegasus, indican que el programa fue desarrollado por el grupo israelí especializado en espionaje, NSO Group, y es vendido a gobiernos del mundo por alrededor de un millón de dólares. Un reportaje del Wall Street Journal apunta al Gobierno de México como cliente de dicho grupo, y lo expone como uno de los países donde más se moviliza dinero para comparar equipos de espionaje.
El uso de este malware es ilegal; la legislación mexicana establece que toda intervención de comunicaciones debe estar avalada por un juez y sólo puede llevarse acabo en la persecución de un delito, prevención de un crimen o en el caso de una amenaza a la seguridad nacional.
Los últimas personas que han denunciado la presencia de Pegasus en sus celulares han sido: Alejandro Calvillo, director de Poder al Consumidor, Luis Manuel Encarnación, director de la Fundación Mídete y Simón Banquera, director del Instituto Nacional de la Salud Pública; quienes han estado involucrados en el proceso de la implementación de un impuesto a los refrescos, para detener los índices nacionales de consumo. Lo que hace pensar ¿qué tipo de peligro para el gobierno puede surgir de activistas de la salud?
El gobierno mexicano sigue en la mira de instituciones de Derechos Humanos, entre otras cosas, por el espionaje a sus ciudadanos.
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Para conocer más sobre este tema y sus implicaciones en el país vecino de EUA, lee: ‘Espionaje en México: El presidente Peña Nieto revelará a cuántas personas espió’. Y si quieres conocer otro tipos de mecanismos de espionaje puedes ingresar acá: ‘Espionaje, transporte de droga y otros usos de los drones’.
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Referencias:
New York Times
Hipertextual
Xakata MX
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