8:00 am + metro Pantitlán + “visto” de tu novio + señora que quiere meterse aunque claramente no cabe + desvelo + hambre + mochila pesada + no conexión a Internet = EL HORROR.
Estás de malas, claro que lo estás ¿quién no lo estaría? Cada una de las personas que se atraviesa en tu camino despertó con un solo propósito: joderte la vida; uno se te cruza cuando vas pasando, otros más hablan y se ríen fuerte, otra te está mirando fijamente. Todos están en tu contra. Al menos así lo piensas aunque en el fondo sabes que no es verdad.
Si estás de malas, este artículo te va a poner peor, vas a conocer lo mucho que tu cuerpo sufre por un mal día. Léelo bajo tu propio riesgo…
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Afecta tus procesos cognitivos
Odiar al mundo requiere un constante desgaste de energía. Estás demasiado concentrada en cada defecto de lo que sucede a tu alrededor, que tu cerebro no presta atención a lo que debes aprender. No necesariamente debes estar en una clase, sino que no puedes concentrarte en tus actividades diarias en las que tienes que poner toda tu memoria y atención.
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Engordas
Sí, leíste bien. Si de por sí tu día está arruinado porque el tráfico está insufrible o porque tu pareja no responde los mensajes —aunque ya los vio— , estás subiendo de peso con cada coraje que haces. Cuando te sientes estresado, tu cerebro segrega cortisol y adrenalina, esto porque piensa que “estás en peligro” —por eso tan intenso te pones— . Esta segregación, según innumerables estudios de laboratorio, hace que se acumule grasa en tu cuerpo esto por los desajustes hormonales que se provocan por tu tensión.
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Tus pulmones sufren
Estás tan enojado que comienzas a respirar más de prisa. Esto porque el cerebro manda una señal al cuerpo de que necesita más oxígeno. En algunos casos, esto puede ocasionar una hiperventilación o mareos, además de someter a tus pulmones a trabajar más rápido.
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No piensas lo que dices
Esa es la razón por la que toda tu vida te has arrepentido de discutir con alguien cuando estás muy muy molesto. Una emoción de ira afecta a tu lóbulo frontal, que es el que está encargado de controlar tus emociones. Gracias a la segregación de hormonas, pierdes el sentido de lo que racionalmente, es mejor contestar. Si el coraje es muy grande y actúas en este estado puedes cometer actos peligrosos para tu integridad o la de los demás.
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Tus músculos duelen
La tensión emocional se traduce en tensión del cuerpo. Los músculos se constriñen tanto y tantas veces, que comienzan a aparecer dolores en la espalda, el cuello y la cabeza. En algunos casos, esto puede desembocar en padecimiento de migraña.
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Te haces más viejo
Según un estudio elaborado por la Universidad de California, cuando el cuerpo está en estado de intranquilidad, hace que las células se aceleren hasta tres mil veces más. Esto hace que el proceso de envejecimiento se acelere, lo que de manera directa afecta tu piel y tus órganos internos.
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Te puedes enfermar
Debido a lo bajo de tus ánimos, el sistema inmune se ve afectado. El cortisol inhibe este sistema, por lo que es más fácil que en contacto de algún virus, pesques algún padecimiento.
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Otros cambios
Seguro has sentido que cuando estás de malas pasan dos cosas: o tienes muchas ganas de comer o no las tienes para nada. Esto afecta significativamente tu sistema gástrico. En el caso de los hombres, pueden darse variaciones en la producción de testosterona y en las mujeres, atrasar o adelantar su periodo menstrual.
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Además de las afectaciones físicas, están las emocionales. Ambas se afectan mutuamente. Si estás de mal humor, tu autoestima baja de manera exponencial. Aunque intentes disimularlo, los demás lo notan y esto hacen que se alejen de ti, lo que sólo logrará hacerte sentir peor.
No es que pretendas ser todo amor y dulzura, los malos momentos también son necesarios para valorar más los buenos. Sin embargo, antes de comenzarte a poner de malas, piensa en lo inútil que es y sobre todo, el daño que harás a tu cuerpo. Recuérdalo, vendrán días mejores.
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