Cómo será el rostro humano en el futuro según la ciencia

Cómo será el rostro humano en el futuro según la ciencia

Cómo será el rostro humano en el futuro según la ciencia

No es ningún secreto que el rostro de los homínidos –y muy especialmente al de los humanos– carga con algunas particularidades que no se comparan al de ninguna otra especie animal conocida. La mínima separación entre ambos ojos, el tamaño de los dientes y la disposición de la mandíbula son algunos rasgos evidentes que dan cuenta de lo anterior. Aun entre los mamíferos, la cara humana posee quizás la más importante diferencia respecto al reino animal: todos los rostros humanos son distintos y fácilmente identificables, pero ¿por qué?

Una de las principales teorías al respecto es que el rostro de nuestra especie debió evolucionar para ser reconocida con uno de los sentidos más desarrollados que contamos, la vista. Ante la imposibilidad de identificar a otros ejemplares de nuestra especie a partir del olfato (como ocurre con la mayoría de mamíferos), es probable que proceso evolutivo humano proveyera de un mecanismo para ayudar a diferenciar entre humanos con sólo una mirada.

Las expresiones también están íntimamente desarrolladas con esta noción. El rostro humano es un poderoso instrumento con millones de años de evolución, que la mayor parte del tiempo expresa fielmente el sentir de cualquier persona.

En un sentido práctico, el rostro humano se trata de un sofisticado canal de comunicación. Esta es una de las premisas básicas de Adam Wilkins, científico experto en biología evolutiva y autor de “Making Faces: The Evolutionary Origins of the Human Face”, quien asegura, nuestros rasgos faciales seguirán el intrincado curso de la evolución tal y como ocurrió desde su aparición, hace 200 mil millones de años; no obstante, esta vez serán guiadas por el rasero de la expresividad.

Entonces…¿cómo será el rostro humano en el futuro?

En entrevista para el diario Clarín, Wilkins afirmó que la tendencia actual de la evolución del rostro se dirige a eliminar el dimorfismo sexual (la diferencia anatómica entre ambos sexos) y adaptar cada vez más los rasgos humanos a los femeninos. Se trata de un vestigio evolutivo necesario para la subsistencia de nuestra especie, pues tales rasgos son asociados por el cerebro como señales que alientan la cooperación y confiabilidad, factores esenciales para sortear los distintos riesgos en el andar de los humanos por la Tierra.

Algunos de los cambios más llamativos que sufrirá el rostro durante los próximos cientos de miles de años serán una reducción significativa del mentón, acompañada de un aumento notorio en el tamaño de las órbitas oculares (y por tanto, ojos más grandes y abiertos), así como un crecimiento en el volumen de la cavidad craneal.

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