La imaginación del hombre siempre ha viajado más allá de las estrellas que vemos en el cielo:
“Durante un instante que pareció eterno, Reinhold observó, junto con el mundo entero, cómo las grandes naves descendían con una majestad abrumadora, hasta que oyó al fin el débil chillido de la fricción en el enrarecido aire de la estratosfera. Reinhold no se sintió apenado porque el trabajo de toda una vida se le derrumbase de pronto. Había luchado para que el hombre llegase a las estrellas, y ahora, en el instante del triunfo, las estrellas – las apartadas e indiferentes estrellas – venían a él. En ese instante la historia suspendía su aliento, y el presente se abría en dos, separándose del pasado como un témpano que se desprende de los fríos acantilados paternos y se lanza al mar, a navegar solitario y orgulloso. Todo lo obtenido en las eras del pasado no era nada ahora. En el cerebro de Reinhold sonaban y resonaban los ecos de un único pensamiento: La raza humana ya no estaba sola”.
Estas palabras corresponden a la novela “El fin de la infancia” del escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke. En ella, la raza humana recibe la visita de alienígenas que cambian el destino del planeta. ¿Qué pasaría si un día esto fuera una realidad? ¿Estaríamos listos para recibir la llegada de seres venidos de otros planetas? Y sobre todo: ¿qué haríamos llegado el momento? En el documental “La visita” de Michael Madsen (2014), se habla acerca de las implicaciones morales, materiales y psicológicas que esto representaría.
¿Cuáles son las probabilidades de entablar contacto extraterrestre?, y ¿qué haríamos si de pronto recibimos la visita de naves espaciales?
El instituto SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence) dedica sus esfuerzos a hallar vida en otros planetas mediante la búsqueda de señales electromagnéticas de comunicación tecnológica extraterrestre. Hasta el momento, ningún resultado se ha obtenido para hacernos pensar que la raza humana está acompañada en el universo. Debemos tomar en cuenta el abismo colosal que existe entre nuestro mundo y los millones de otros planetas que están allá fuera: un espacio de cientos o miles de años luz que harían que la comunicación entre nuestra raza y otras estuviera marcada por una tardanza exhaustiva. Podrían pasar milenios para que un mensaje llegara a su receptor y éste lo regresara de vuelta a su emisor.
Sin embargo, aún sabiendo que el contacto con otras razas es muy poco probable, el proyecto ha desarrollado un protocolo de aviso a los diferentes observatorios mundiales, el cual mide el impacto que suscitaría el descubrir señales extraterrestres. Iván Almár del Observatorio Konkoly en Budapest (Hungría) y Jill Tarter del Instituto SETI en California, desarrollaron la “escala Río”, en la cual se mide el nivel de importancia que tendrían las señales encontradas. Esta escala va del 0 al 10 con los siguientes patrones: 0-Ninguna, 1- Insignificante, 2-Baja, 3-Menor, 4-Moderada, 5-Intermedia, 6-Sobresaliente, 7-Alta, 8-De alto alcance, 9-Espectacular, 10-Extraordinaria.
Estos patrones estandarizados evitarían la mala información y el sensacionalismo por parte de los medios de comunicación de todo el mundo. Su aplicación es universal, ya que el hallazgo de vida extraterrestre impactaría a los diferentes países de forma casi unitaria.
El SETI dictaminó durante la década de 1970 un protocolo de acción a nivel mundial conformado por los siguientes puntos:
1-Verificación. Antes de emitir cualquier información pública, los observatorios de la Tierra consultarían entre sí si la señal emitida es de origen terrestre o extraterrestre.
2-Alerta. Los investigadores del SETI informarían del hallazgo al director de la NASA, quien a su vez lo reportaría al presidente de los Estados Unidos, al Secretario de Estado y al Secretario General de la ONU. Después se restringiría el uso de la frecuencia en la que se captó la señal extraterrestres para evitar cualquier tipo de interferencia. Está prohibida la intromisión militar en el asunto, a menos que la seguridad del planeta se vea amenazada.
3-Anuncio público. Una vez confirmada el origen de la señal, el protocolo sugiere su anuncio público mediante una rueda de prensa en el cuartel general de la SETI. El descubridor de la señal tendría el derecho a comunicar el hallazgo.
4-Divulgación. Todos los organismos científicos del planeta tienen derecho a obtener información acerca del hallazgo. El protocolo es transparente y abierto a su estudio por parte de investigadores particulares.
5-Prohibido responder. Sólo un comité autorizado dará la orden de responder al mensaje extraterrestre, siempre y cuando se esté seguro de que hacerlo sea la opción más adecuada.
6-Conformación de comité. El SETI conformaría un comité aparte de las Naciones Unidas que manejaría la crisis extraterrestre. Este grupo estaría formado por representantes científicos del mayor número de países.
A pesar de las buenas intenciones de este protocolo, las palabras del director actual del SETI, Seth Shostak, nos dejan con más dudas que certezas: “Me han preguntado incluso qué planes tienen los militares para afrontar el aterrizaje de alienígenas, pero yo dije que no lo sé. Al menos que yo sepa, no hay ningún plan”.
En entrevista para el portal científico Space.com, Shostak contestó cuando se le preguntó sobre la reacción de los países a una hipotética invasión extraterrestre: “Habría una competición de forma inmediata: habría quien pensaría “bien, esos tipos están hablando con los extraterrestres, así que nosotros tenemos que estar ahí también. ¿Quién sabe qué cosas buenas les estarán diciendo?”
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Ante un escenario de escasa probabilidad, podemos descansar tranquilos. Tal vez jamás nos topemos con una raza superior o inferior a la nuestra en la historia de la humanidad, aunque esto sea causa de inmensas decepciones entre científicos y ufólogos que anhelan demostrar lo contrario. Esto no significa que no haya vida más allá de los alcances de nuestra imaginación: del universo apenas conocemos una milésima parte. Más allá de lo que no alcanzamos a comprender se pueden ocultar pavorosos secretos que quizás sea mejor jamás conocer.
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Referencias:
Futurism
Cosmonoticias
Quo