El sexo puede ser una actividad tan placentera como riesgosa. La respuesta sexual humana y su clímax, el orgasmo, funciona como un poderoso analgésico que bloquea las señales de dolor. Esa es la razón por la que a veces te haces daño durante un encuentro sexual intenso sin siquiera darte cuenta y a la mañana siguiente descubres rasguños, moretones y algunas partes del cuerpo más sensibles sin una razón aparente.
Conoce cuáles son las posibles lesiones y los cuidados que debes tomar para evitar que una noche de pasión termine en el quirófano:
Fractura de pene
La lesión más aparatosa que puedes sufrir durante el sexo. A pesar de que el pene carece de huesos, es posible que sufra algo similar a una fractura ósea en el tejido que lo forma —la túnica albugínea—, especialmente cuando está erecto y sufre una flexión o un deslizamiento inesperado.
«La lesión más frecuentemente encontrada es la fractura, la cual involucra la flexión del pene en estado erecto, ocasionando que la túnica albugínea se rompa y se produzca un hematoma extenso».
Una fractura de pene que se produce durante el sexo nunca pasa desapercibida: la primera señal de que algo anda mal es escuchar un crujido, seguido de un dolor intenso que produce la pérdida inmediata de la erección y en su lugar, un hematoma que hincha el pene por un costado. Es necesario recibir atención médica inmediata, pues la mayoría de los especialistas recomienda una cirugía para evitar problemas posteriores.
La posición que provoca más fracturas de pene es la vaquera invertida, cuando la mujer está encima del hombre y en dirección opuesta a él, pues su peso controla la penetración y un movimiento demasiado brusco (o la salida y entrada del pene en la vagina sin precaución) pueden provocar la dolorosa fractura. No obstante, es una lesión muy poco común: apenas un caso de urgencias entre 175 mil está relacionado con una fractura del cuerpo cavernoso del pene.
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Rotura del frenillo
El frenillo es el pliegue que mantiene unido el prepucio con la parte inferior del glande. Cuando la piel que recubre el pene se retracta (aún en los hombres circuncidados), el frenillo se tensa y regresa a su posición habitual; sin embargo, durante las relaciones sexuales intensas es posible que esta membrana se separe del glande total o parcialmente.
Esta lesión suele ser dolorosa y dramática, pues desata una hemorragia que debe pararse con una maniobra manual. Es altamente recomendable recibir asistencia médica para frenar la pérdida de sangre y cerciorarse de que el frenillo no causará mayores problemas en el futuro.
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Quemaduras y abrasiones
Este tipo de lesiones son provocadas por una fricción intensa durante la penetración y otras prácticas sin la suficiente lubricación. Aunque su gravedad varía, en la mayoría se trata únicamente de heridas superficiales y apenas visibles que sanan por sí mismas al cabo de un par de días acompañadas de la higiene y ventilación adecuada
Para evitarlas, lo mejor es mantener tanto el pene como la vagina humedecidos y en caso de practicar sexo anal, mantener siempre la lubricación adecuada con productos especializados de base agua. Si consideras que tu herida es más grave o no sana, es imperante acudir al doctor.