El daño que provocan las medicinas que tomas a diario

El daño que provocan las medicinas que tomas a diario

El daño que provocan las medicinas que tomas a diario

Una aspirina con refresco de cola. Ése quizá sea el remedio clínico más común en un hogar mexicano, en una familia tradicional y seguramente en la cultura latinoamericana general. Pero no por ello es necesariamente efectivo o fundado en la realidad. Tras décadas de recomendaciones de ingerir aspirinas a diario para prevenir los infartos, en mayo de 2015 –cuando la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos advirtió que no todos deberíamos usarlas como medida preventiva– debimos frenar su uso desmedido y a veces contraindicado; pero no fue así. Aun cuando se señaló en aquel entonces que el uso diario solo debería limitarse a las personas que ya padecen una enfermedad cardiovascular, hay (o habemos) muchos que indiscriminadamente sentimos un malestar en la cabeza o en cualquier otra parte del cuerpo, e ingerimos sin premeditación una aspirina.

La aspirina es uno de esos fármacos a los cuales vemos con muy buenos ojos, pero puede resultar contraproducente para muchas cosas. Para aliviar molestias de catarros, dolores de cabeza, malestares generales e inflamaciones, el ácido acetilsalicílico inhibe molestias pequeñas y ligeras fiebres que en realidad podrían advertir a tu cerebro sobre lo que estás padeciendo. Asimismo, si tienes una perforación gástrica o algún problema de coagulación, ingerir aspirinas cotidianamente es un error.

A simple vista, las aspirinas son inofensivas. Simples pastillitas blancas que se toman como caramelos para un dolor cualquiera. Pero no es así. De hecho, nada en el botiquín de nuestro hogar es tan sencillo, aunque insistamos en automedicarnos y no tomar la opinión de ningún experto. Justo como sucede con…

Los diuréticos: que al ingerirse sin supervisión médica –sobre todo por períodos prolongados con el objetivo de perder unos kilos–, pueden provocar trastornos como parálisis cardíacas, fallas renales (debido a la pérdida de agua en el riñón) o daños neurológicos como las parálisis en las extremidades.

La pseudoefedrina: presente en la mayoría de los antigripales, todos creemos que un ligero flujo nasal o un dolor de cabeza pueden ser tratados con ella. Sin embargo, estimulación del sistema nervioso central, insomnio, elevación de la presión arterial y taquicardia son sólo algunos de los efectos secundarios que pueden aparecer. En México ya fue retirada del mercado, pero aún es posible conseguirla en otros sitios de América Latina.

La ergotamina: un compuesto comúnmente usado para aliviar fuertes dolores de cabeza que, al usarse comúnmente y ser suspendido, puede efectuar un llamado “rebote” que puede ser más intenso que el dolor inicial. Su uso excesivo puede provocar una estrechez irreversible de los vasos sanguíneos más pequeños y provocar un infarto cerebral.

Los antiinflamatorios: frecuentemente usados para aliviar los dolores de cabeza y musculares, entre otros, el ibuprofeno o el diclofenaco o el ketuprofeno después de ser ingeridos por periodos prolongados y sin supervisión médica ocasionan un rebote más fuerte de lo esperado. Sus componentes disminuyen el flujo sanguíneo de los riñones y bloquean los mecanismos naturales que tienen los órganos para adaptarse a estos.

El paracetamol: que por alguna razón es frecuentemente utilizado por muchas personas, también puede provocar problemas de hígado ante un uso descuidado e irresponsable.

No todos los medicamentos son iguales ni ocasionan los mismos efectos en todos; aunque la mayoría de las veces hacen que nos sintamos mejor y que nuestros dolores se reduzcan, sus consecuencias no siempre son las mejores y pueden generar reacciones ni deseadas ni esperadas. Recuerda que lo mejor, siempre, es acudir con los especialistas. Para seguir descubriendo algunos datos e historias sobre la farmacéutica, lee sobre El lado oscuro de la industria y los riesgos de la salud como un negocio y La mexicana que intentó engañar al mundo inventando una cura contra el cáncer.

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Todas las fotografías pertenecen a Sara Barfknecht

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