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¡FELIZ AÑO NUEVO!
El año dos mil había comenzado. El mundo seguía ahí, con sus mismos conflictos y dramas diarios. Nada nuevo bajo el Sol. Para algunos fue una grata sorpresa, para otros fue la triste evidencia de sus predicciones fallidas y para el resto, era un año más. Los temores sobre el nuevo milenio eran muchos y aparecían por cualquier flanco: desde la suposición de que caería un meteorito, hasta que llegarían los extraterrestres.
A estos pavores se sumó otro que probablemente no estaba injustificado del todo; se trataba de un desastre informático que aseguraba terminar con la civilización humana.
Todo el pánico estaba centrado en una sutil suposición: las computadoras se detendrían cuando llegara el primer segundo del 1 de enero del 2000. También conocido como el “bug del milenio” —“bug” significa error en el software— este episodio ha pasado a la historia como uno de los más memorables en el mundo de la informática.
El grado apocalíptico, por supuesto, varió respecto a cada país y a experiencias personales. La preocupación de muchos estribaba sobre todo en el aspecto financiero: los bancos colapsarían, la bolsa de valores se quebraría. Otros pensaron en cuestiones más públicas: ¿qué pasaría con los semáforos programados?, ¿qué con los aeropuertos, aviones y las plantas de energía nuclear? Un desastre estaría por ocurrir.
Desde los microondas hasta los televisores, todo se apagaría, pues las computadoras no sabrían qué hacer y el suministro de luz eléctrica también se afectaría. Los niveles de radiación y la presión del agua también fallarían. Caos y muerte.
Como lo recuerda Thought Co, los informáticos que conocían de estos riesgos, no entraron en pánico. Antes bien idearon una solución: el DISC PD2000-1. Este nuevo estándar informático, fue creado por el British Standards Institute y la programación era como sigue:
+ Ningún valor para la fecha actual causará ninguna interrupción en la operación.
+ La funcionalidad basada en la fecha debe comportarse de manera consistente para las fechas anteriores, durante y después del año 2000.
+ En todas las interfaces y almacenamiento de datos, el siglo en cualquier fecha debe especificarse de forma explícita o mediante algoritmos inequívocos o reglas de inferencia.
+ El año 2000 debe ser reconocido como un año bisiesto.
El caos fue tal, que muchas personas se resguardaron en búnkers, compraron suministros para meses e incluso alertaban a otros sobre el inevitable “fin del mundo”.
Como es obvio, el mundo no se terminó. Si bien hubieron algunos fallos en terminales de autobuses y algunos equipos médicos, los alcances no llegaron mucho más allá. Las previsiones que se tomaron respecto al respaldo de información y a las reprogramaciones, lograron que no sucediera mucho más que algunos desajustes.
Pero, ¿de donde provino el error Y2K?
En los años 60, los programadores de computación, crearon un código de sólo dos dígitos. La razón de ello es sencilla; el almacenamiento de datos era demasiado costoso. Cuando se leía la fecha 1968, por ejemplo, la computadora leía “68” y con eso hacía las operaciones necesarias.
Esto sucedió porque la programación de todos los ordenadores asumía que los años comenzaban en 19 (como 1997, 1998, 1999). Entonces cuando llegara la hora, las computadoras marcarían o 1900 o 19100. Como ejemplo de lo que implicaban estos desajustes, está el siguiente: si restas 1989 menos 30, te daría 1959, pero al restar 30 a 00 —los dígitos que pertenecían al año 2000—, daría -30.
Aunque pareciera que este fallo es superficial, se trataba de una cuestión trascendental en un mundo que cada vez más, tendía hacia lo digital. Sin embargo, este sólo hecho puso al mundo de cabeza, aunque tal parece que el temor del fin del mundo o de una enrome y caótico desastre, es algo que sentimos que sucederá de manera inevitable.
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