De acuerdo con un estudio de la Universidad de Heidelberg, en Alemania, las personas que son padres tienen un índice de felicidad mayor al de aquellos que nunca lo fueron, sin embargo, hay un gran pero: lo anterior sólo es cierto en aquellos padres que ya no viven con sus hijos.
Dicho estudio basó sus hallazgos en el análisis de 55 mil personas en un rango de edad superior a los 50 años en 16 países europeos. Además, midieron el estatus marital, el número total de hijos, si los hijos vivían en casa y si tenían nietos.
El soporte social: la clave para la felicidad
Los científicos han definido que el soporte social que amigos o familia constituyen es de vital importancia para la felicidad y el bienestar de las personas. Por ejemplo, el estudio cita la definición del soporte social del Instituto Nacional del Cáncer:
«[es] una red de familia, amigos, vecinos y miembros de la comunidad que está disponible en los tiempos de necesidad para dar ayuda psicológica, física y financiera».
Cuando una persona cuenta con el soporte social que requiere, la satisfacción incrementa.
Dos claves para la felicidad
Además de lo que el título ya ha sugerido, este estudio también encontró que aquellas parejas que se mantienen en matrimonio tienen un mejor índice de satisfacción y felicidad, la cual tan sólo incrementa en el caso de tener hijos y que estos no residan en el hogar.
¿Por qué son más felices cuando los hijos no están?
El estudio también encontró que la mayoría de las veces, los hijos adquieren roles de soporte para los padres, desde ayudarlos financieramente, en cuestiones de salud, entre otros. Del mismo modo, la satisfacción de los padres incrementa puesto que los hijos no interfieren en sus actividades y sus hábitos de vida.
¿Y en el caso de los nietos?
Los resultados del estudio son mixtos y la correlación entre satisfacción y felicidad, y la presencia de los nietos en casa no es totalmente clara, sin embargo, los científicos apuntan que por lo general los nietos tienen efectos más positivos que negativos.
En el contexto latinoamericano
Hay que considerar que este estudio fue realizado entre familias de países europeos, en los que es más común que los adultos jóvenes se muden de sus casas y tengan un departamento propio o con roomies o pareja; contrario a la costumbre latinoamericana y en particular en países como México en los que es menos común dicho fenómeno.
Los datos para el 2018 que El Financiero reportó indican que la media nacional para “dejar el nido” está en los 28 años con 9 meses, es decir casi hasta los 30. Además del apego familiar que existe en las culturas latinas, también existen otros factores importantes en la decisión del cambio de residencia, como el alto costo de las rentas, particularmente en ciudades grandes, por ejemplo.
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