Instagram es la red social favorita de niños menores de 12 años y la de mayor crecimiento en el mundo. Atrás quedó el tiempo en que Facebook conquistaba a cualquier edad. Las estadísticas muestran cómo la red social creada por Zuckerberg no deja de crecer, pero envejece a un ritmo vertiginoso —pierde cerca de 2 millones de usuarios menores de 24 años anualmente—, mientras Instagram se consolida con nuevas funciones y aprovecha la caída de Snapchat.
Tan solo en 2017, el número de usuarios infantiles en Instagram aumentó más del 19 % y casi una tercera parte del total de personas activas con una cuenta tiene menos de 24 años. Esta cantidad de usuarios jóvenes no sólo ha influido directamente en sus funciones y desarrollo —como la adición de stories, los filtros faciales y el boomerang—, también han provocado distintos fenómenos propios de la red social, como la creación de un mundo virtual y secreto donde sólo conviven los amigos más allegados.
Finstagram o de cómo escapar de la presión por ser perfecto
El único código que hay que seguir para triunfar en Instagram es estético: unas vacaciones de ensueño, una cena romántica o una mañana mirando por la ventana acompañado de un plato de frutos rojos y café americano. Todo puede formar parte de la red, siempre y cuando esté cargado de perfección y contenga el sutil encanto que aparenta espontaneidad y una vida resuelta.
La presión de verse todo el tiempo bien y aparentar una persona distinta a la real en Instagram ha provocado un fenómeno conocido como Finstagram o simplemente ‘finsta’. Se trata mantener una cuenta paralela a la ‘oficial’, con una diferencia sustancial entre ambas que muestra dos caras del usuario diametralmente opuestas.
La cuenta oficial mantiene un perfil aspiracional, con fotos consideradas estéticas, en actividades dignas de compartir y donde se intenta mostrar todo el tiempo felicidad. Las fotos de algunos viajes y cualquier escena perfectamente producida forman parte de esta cuenta que se mantiene pública, con miles de seguidores y un nombre real.
Su contraparte, el perfil ‘finsta’ es una cuenta privada, la mayor parte de las veces oculta bajo un pseudónimo que permite llamar la atención únicamente de quienes el adolescente considera sus verdaderos amigos. En ella, el usuario suele postear fotos que no son precisamente el ideal estético de Instagram, como momentos vergonzosos, capturas de pantalla de alguna conversación graciosa, instantes que no tienen nada de extraordinario o aficiones que se ocultan del perfil oficial por temor al rechazo social.
En suma, la creación de una segunda cuenta conocida como ‘privada’ es una suerte de respuesta ante la presión que cada usuario de la red social impone en su interior por mostrar lo mejor de sí. Los perfiles de Finstagram son una válvula de escape para un sinfín de adolescentes que tienen la necesidad de mostrar otra faceta de sí mismos que no necesariamente es la que domina en Instagram.
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