Pocas obras literarias de las últimas décadas han alcanzado el éxito como lo ha hecho la saga de Carlos Castañeda. Dejando de lado las especulaciones sobre su trabajo, existen muchas coincidencias entre las viejas creencias toltecas del maestro de Castañeda y la neurociencia actual. El ejemplo más claro es que Castañeda tiene que centrar su atención en el lado izquierdo. Aproximadamente, el 70% de la población es diestra. Esto genera que mucha gente no preste tanta atención al lado izquierdo de su cuerpo. ¿Pero qué relación tiene ser consciente del lado izquierdo con las enseñanzas toltecas de Don Juan y las neurociencias?
Empecemos por saber que tanto el lado derecho del cuerpo como el lado izquierdo están conectados por fibras nerviosas con la mitad del cerebro derecho. Pero cuando alguien se comunica con palabras, ya sea de manera verbal o escrita, utiliza la parte de adelante del hemisferio izquierdo. Cuando alguien se comunica de manera no verbal, se utiliza el hemisferio derecho. Tanto las artes como el lenguaje no verbal son parte de este sistema de comunicación. Una recomendación bastante repetida por Castañeda es callar su voz interna. El porqué de esto es que al callar la voz interna se apaga el hemisferio izquierdo, quedando activo únicamente el hemisferio derecho. El hemisferio derecho no se pregunta por las consecuencias, sino que reacciona dependiendo de lo que ha experimentado.
En un relato de Castañeda, visita los atlantes de Tula, Hidalgo. Narra que al hablar con el vigilante de la zona arqueológica, el vigilante le comentó que por las noches se llega a escuchar el caminar de estos gigantes de piedra, incluso se siente el retumbar del suelo con cada paso que dan. El aprendiz Carlos cuenta cómo una sensación casi indescriptible de miedo invadió su ser al escuchar la posibilidad del caminar de piedras. Luego da a entender que gracias a su entrenamiento, sólo puede sentir lo que sentiría si viera a uno de esos gigantes caminar. Si no hubiera aprendido a callar su voz interna, no habría sido capaz de percibir qué sentiría al ver caminar un monolito de piedra. Más bien se habría dedicado a cuestionar la remota posibilidad del caminar de las piedras. Lo que le permitió a Carlos tal sensación fue su imaginación, y esta es producto del hemisferio derecho.
Se ha observado en pacientes epilépticos con daño en la mitad derecha del cerebro que antes de entrar en un ataque epiléptico llegan a experimentar visiones o sueños lúcidos. De esta forma hemos entendido que la imaginación y los sueños son producto del hemisferio derecho. Schopenhauer explica que tenemos dos pensamientos, el pensamiento del habla y el pensamiento musical. Es interesante ver que cuando una persona habla, el área que se activa el área de Broca, ubicada en la parte de adelante del hemisferio izquierdo; pero cuando una persona toca un instrumento, se activa la región de adelante del cerebro pero esta vez en el hemisferio derecho. Así que con la tecnología actual ya podemos validar lo que Schopenhauer suponía.
El hemisferio derecho se ocupa de integrar la mayor cantidad posible del entorno que le rodea, mientras el hemisferio izquierdo —al ser analítico— enfoca su atención en cosas específicas del todo procesado por el hemisferio derecho. Es por eso que el centro de la producción del lenguaje se halla en el hemisferio izquierdo, porque al mantener una charla con otra persona estamos centrando nuestra atención en cosas específicas. Al hemisferio derecho no le son suficientes las palabras para comunicarse. Cuando se aprecia, sin importar cuantas veces, una buena obra de arte dejará nuevos aprendizajes cada vez que se vuelve a observar. Esto se debe a que el autor ha creado arte a través del hemisferio derecho, y la información procesada con el hemisferio derecho tiende a ser mayor y eso se refleja en la complejidad y belleza de la obra.
Las palabras también las sabe manejar el hemisferio creativo, y su expresión más bella aparece en los poemas. Un poema tiene pocas palabras en comparación a todos los mensajes y significados que genera. Cuando no “apagamos” nuestra voz interna hablamos sin parar. Al escribir un poema se seleccionan cuidadosamente las palabras, y mientras más significados tiene un poema, más significados tendrán cada una de las palabras escritas en él. En realidad, vivimos siendo “esclavos” del hemisferio derecho porque este nos vuelve más autómatas y nos coloca en una rutina. Así que la próxima vez que te sientas abatido, recuerda tener presente tu lado izquierdo del cuerpo y busca una manera creativa para liberarte de todas las molestias que acarreas. Es probable que al liberarte de esas frustraciones creativamente le hagas un favor al mundo y termines encontrando una solución a tu problema.
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El texto anterior fue escrito por Hegel Rivera.
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