No hace falta el más mínimo conocimiento de astronomía para tener una experiencia catártica en una noche sin Luna en que, contemplando fijamente a la bóveda celeste, la mente desdoble un sinfín de preguntas seguidas del silencio más sepulcral, el provocado por el momento en que la mente viaja en busca de respuestas por todo el cosmos y la paz más tensa, producto del sentir propiamente humano de buscar certezas en cada uno de los puntos que parecen titilar desde la Tierra y llamar con fuerza a la curiosidad humana.
En el momento en que todos los problemas terrenales quedan atrás, reducidos a nivel microscópico comparados con la magnificencia del Universo y el puerto a partir del cual lo exploramos, el cielo nocturno se rebela dentro del negro inquebrantable, sólo parchado por estrellas una inquietud tan sobrecogedora como misteriosa: ¿Acaso estamos solos en el Universo?
“La misma inquietud debió sentir Enrico Fermi mientras miraba al cielo, tratando de reunir las piezas de algo apenas conocido en una ínfima proporción”.
La cuestión asalta a la calma que trata de encontrar explicaciones buscando en lo más profundo de la memoria algún atisbo de certeza sobre lo que se presenta como una pregunta existencial trascendente para el hombre. La misma inquietud debió sentir Enrico Fermi mientras miraba al cielo, tratando de reunir las piezas de algo apenas conocido en una ínfima proporción. La paradoja de Fermi reúne las ideas científicas sobre el sitio del hombre en el Universo y plantea una máxima incuestionable: Si el cosmos en su inmensidad tiene tantas galaxias como granos de arena, que a su vez concentran miles de millones de estrellas que pueden ser el hogar de sistemas planetarios como el nuestro…
¿Por qué no sabemos nada de los demás habitantes del Universo? ¿Dónde están? ¿Cómo es que no tenemos ningún indicio lo suficientemente revelador sobre su existencia? Ante un enunciado irrefutable con los saberes de la actualidad, ¿Cuáles son las posibles soluciones a la paradoja de Fermi?
La primera opción y quizás la menos viable, es aceptar que nos encontramos solos en el Universo, porque nunca se han replicado las mismas condiciones que formaron la vida en la Tierra y por tanto, somos un caso atípico, producto de una coincidencia cósmica irrepetible que nos dota de unicidad y especialidad. Contraria al principio copernicano, esta tesis parece demasiado romántica para ser cierta en la actualidad, como parte de un todo tan grande que ni siquiera podemos alcanzar a percibir el espectro electromagnético proveniente de sus rincones más lejanos.
Otra posible solución está en la problemática del espacio y tiempo, que desde la óptica de la vida como una constante en el Universo, presenta dos dificultades insalvables para hacer contacto: por un lado, es posible que el pensamiento y la visión humana del Universo sean rehenes del diminuto espacio que ocupa la Tierra desde su origen y aún menor, el desarrollo de vida inteligente con respecto a la totalidad del tiempo. Esta situación reduce al mínimo las probabilidades de encontrarnos con formas de vida extraterrestre, que por la abismal distancia con respecto a nosotros y la falta de tecnología de ambas civilizaciones para recorrer años luz de separación en un periodo más cercano al tiempo de vida tal como lo conocemos, nunca podrán hacer contacto.
Otro obstáculo reside en el desarrollo, el auge y la caída de formas de vida inteligentes en el Universo. Puede que la vida sea una condición abundante en el cosmos, donde perdidos entre la inmensidad del espacio y la vastedad del tiempo, fenómenos evolutivos como el que propagó y desarrolló las formas de vida complejas en la Tierra, forman civilizaciones que al igual que los grandes imperios que conoció la humanidad, terminan en la destrucción por causas biológicas, fenómenos naturales o guerras entre seres inteligentes.
Ante la libertad de estos planteamientos, parece que la única respuesta está en un futuro que aún desconocemos y que será más asequible conforme el desarrollo de la ciencia se interne más en la búsqueda de la resolución de los misterios más grandes para la humanidad. ¿Alguna vez te has preguntado por qué la Tierra es redonda o qué es lo que provoca que siga su órbita y no salga despedida hacia cualquier rincón del Universo?
Descubre la respuesta a 5 preguntas sobre el espacio que parecen absurdas pero cuya respuesta es necesario conocer. En la actualidad, es una obligación conocer los principios que ayudaron a la humanidad a comprender un poco más del orden que gobierna el espacio exterior y todos sus confines. Entérate cuáles son las 5 teorías sobre el Universo que debes saber para estar preparado para cualquier charla y dar una opinión interesante y particular sobre el tema.