El gobierno de Estados Unidos se preocupa por la humanidad, o al menos en la década de los noventa, parecía intrigado por el destino de la Tierra. Si hiciéramos un recuento de todas las veces que hemos sido salvados por el país vecino vía ciencia ficción, el mundo entero les debería la vida al menos en treinta ocasiones. El heroísmo norteamericano evitó invasiones extraterrestres o de entidades malignas, guerras nucleares y por supuesto, una destrucción que sería lo más parecido a la extinción de los dinosaurios: después del impacto de un asteroide con la superficie terrestre.
En esta última categoría apocalíptica están las inolvidables “Impacto profundo” (1998), con un jovencísimo Elijah Wood, y la siempre lacrimógena “Armageddon” (1998), con Bruce Willis, Ben Afleck y Liv Tyler. En ésta última se aproxima una roca gigante compuesta de hielo y granito dirigirse a nuestro planeta y la NASA hace de todo para evitar la catástrofe; en la primera el choque es inevitable y gran parte de la humanidad muere.
Lo que en los noventa sólo parecía un género de cine, podría convertirse en una realidad que llevaría a la humanidad y todos seres vivos con lo que compartimos la atmósfera azul a sufrir los efectos del impacto de un meteorito en la Tierra.
El 7 de septiembre del año pasado, un asteroide de 16 metros de diámetro pasó ocho veces más cerca de la Tierra que la Luna. Tal como ocurrió en “Impacto profundo”, no se pudo hacer nada; primero porque no se tienen los recursos necesarios pero, principalmente, porque no se detectó sino sólo dos días antes. Este hecho preocupó tanto a la Casa Blanca que comenzó el desarrollo de un programa para mejorar la respuesta humana ante el eventual impacto de una roca espacial.
El documento donde se detallan las estrategias para reforzar las capacidades de detección, seguimiento y caracterización de estos objetos, así como el desarrollo de la tecnología para la respuesta rápida ante una amenaza –es decir, para hacer explotar los objetos en peligro de colisión, como la Estrella de la muerte hace con el planeta Alderaan– fue desarrollado por el Grupo de Trabajo Interinstitucional (GTI) para Detectar y Mitigar el Impacto de Objetos Cercanos a la Tierra (NEO), y fue publicado por la Oficina de Ciencia y Política Tecnológica de la Casa Blanca en diciembre pasado.
También se habló de la necesidad de coordinar los planes a nivel internacional para difundir la información necesaria a la sociedad, dado el eventual y trágico caso.
Con este proyecto se pretender mejorar la cooperación internacional para la modelización, predicción e integración de prototipos de respuestas ante los NEO; y en dado caso de que ocurra un impacto, se sigan los procedimientos de emergencia y recuperación que planearon en la Casa Blanca.
No obstante, descubrir una roca flotando en el espacio infinito que nos rodea es casi imposible; eso fue lo que dijo el descubridor del meteorito (353960) 1997 XF11. Este cuerpo celeste descubierto hace veinte años pasará muy cerca de la Tierra, según cálculos, el 26 de octubre de 2028, fecha cada vez más próxima. No es descabellado pensar que fue este descubrimiento el que inspiró las películas sobre cataclismos cósmicos al año siguiente.
¿Qué haría la humanidad ante un impacto real de meteorito? ¿Cuáles serían las responsabilidades y la cooperación internacional con tal de prevenir una catástrofe planetaria, que a la postre podría ser la siguiente extinción en masa? Aunque el plan de la Casa Blanca parece sacado de la ciencia ficción y es sólo el inicio de planteamientos más reales en vías de prevención, la caída de un asteroide se trata de una posibilidad que a pesar de su caracterización, podría estar latente en cualquier noche estrellada.
¿Qué otros eventos tendrían el alcance para terminar con la civilización tal y como la conocemos o peor aún, con la raza humana? Conoce estas “7 razones por las que el apocalipsis zombie puede ocurrir según la ciencia”. Descubre en palabras del físico vivo más importante cuáles son las “4 formas en que la estupidez humana puede acabar con el mundo según Stephen Hawking”.
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Fuente:
ABC