¿Desde cuándo relacionamos la ciencia con la locura? Probablemente esto ocurrió gracias a Mary Shelley, creadora de la historia del doctor Frankenstein. Un científico fuera de sus cabales, completamente obsesivo y manipulador desquiciado de la naturaleza.
Aunque tal vez el cristianismo ayudó con la visión del hombre de ciencia como un demente que exploraba mucho más allá de la inteligencia permitida a los humanos, es también verdad que la ciencia ficción llevó este papel mucho más lejos. Tal es el caso de la novela Metrópolis (1925) de Thea von Harbou o Dr. Strangelove (1964) de Kubrick en el cine, por mencionar algunos.
Sin embargo, y aunque la realidad pueda distar mucho de estos arquetipos de científicos, es verdad que en ellos hay mucho de locura, o al menos de comportamientos que el resto de los humanos encontramos como excesivos o incomprensibles. Tal es el caso de quienes han expuesto sus cuerpos y vidas al estudio de la ciencia usando el masoquismo como manera de comprobación de teorías. A continuación te presentamos algunos casos:
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Barry James Marshall al provocarse úlceras
Barry James Marshall y su profesor Robin Warren postularon una teoría que cambiaría para siempre la manera en que se entienden los padecimientos estomacales. Ambos afirmaban que el origen de la gastritis y la úlcera péptica se encontraba en la bacteria Helicobacter pylori.
Antes de este descubrimiento, se pensaba que eran otro tipo de factores —como el estrés o la mala alimentación— lo que hacía que este tipo de padecimientos surgieran. Sin embargo, ahora se sabe que muchas personas contraen esta bacteria desde la infancia y que, afortunadamente, es tratable con antibióticos. Su teoría de las úlceras estomacales —y su atrevido modo de comprobación— les valió ganar el premio Nobel de Medicina.
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Nicolae Minovici al ahorcarse
La especialidad de Nicolae Minovici era la ciencia forense. Estaba especialmente interesado en estudiar cómo funcionaba la muerte por ahorcamiento. Por eso se usó a sí mismo como objeto de investigación.
El primer experimento que hizo fue acostado en una camilla. Colocó una cuerda en su cuello y por medio de un dispositivo que había desarrollado, tiró desde del otro extremo. En otra fase, pidió ayuda a sus estudiantes, quienes lo jalaban levantándolo del piso. Cuando sentía que no podía más, hacía señas para que lo bajaran.
Pese a que este científico no murió con estos experimentos, consiguió no poder comer bien por un mes. Más tarde, fundó un museo de arte popular rumano.
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Jesse William Lazear al dejarse infectar por fiebre amarilla
Éste era un médico estadounidense que fue enviado junto con otros a Cuba en 1900 para investigar las enfermedades de la isla respecto a la fiebre amarilla. Decidió comprobar la teoría de transmisión con sus colegas Walter Reed, James Carroll y Aristides Agramonte, quienes hicieron distintas pruebas en el lugar. Sin embargo, fue Lazear quien permitió deliberadamente que un mosquito lo picara con el propósito de estudiar los efectos de la enfermedad.
Aunque su proeza había permanecido en secreto —y por mucho tiempo se dijo que él había sido picado de manera accidental— años después sus intenciones reales fueron descubiertas al encontrarse un diario donde apuntaba otros descubrimientos.
Así lo dejó claro Walter Reed en una carta que envió a su esposa: «El Dr. Lazear contrajo la enfermedad de la fiebre amarilla al permitir que un mosquito infectado le mordiera. Vio el insecto en la mano y deliberadamente dejó que se llenara de sangre para poner a prueba nuestra teoría. Cinco días después tuvo escalofríos seguidos de fiebre. Su caso fue muy severo desde el principio, su muerte ocurrió en el sexto, era un espléndido compañero, valiente. Lamento su pérdida más de lo que las palabras pueden decir; pero su muerte no fue en vano. Su nombre vivirá en la historia de aquellos que han beneficiado a la humanidad».
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John Stapp y su exposición a la gravedad
Este científico estadounidense y oficial de la Fuerza Aérea se sometió 46 veces la fuerza de gravedad (46 g), pese a que todos los estudios apuntaban que el ser humano toleraba un máximo de 18g. Su intención era estudiar las fuerzas de aceleración y desaceleración en los seres humanos para así poder contribuir a los viajes en el espacio. Su experimentación lo llevó a ser conocido como “el hombre más rápido del planeta”.
Su preocupación estribaba en cómo podrían sobrevivir los hombres fuera de la Tierra. Cuáles serían las reacciones físicas y mentales y lo que hizo fue viajar en un cohete llamado Gee Whiz, un vehículo que avanzaba sobre un riel a 150 millas por hora. Al final, frenaría de manera abrupta y sería ahí donde se conocerían los efectos. Tras sufrir de una separación de retina y algunos huesos fracturados, determinó que un humano, en efecto, aguantaba más gravedad.
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Jonas Salk al exponerse a él y a su familia a la poliomielitis
Este personaje fue mucho más lejos; no sólo él se ofreció como conejillo de indias, también involucró a su familia. En el estudio contra la poliomielitis y al necesitar de personas sanas para confirmar su teoría, probó la vacuna con los suyos. Aunque el experimento fue exitoso, Salk nunca recibió un solo peso: todo lo rechazó.
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August Bier y su anestesia con cocaína
La aportación de este científico fue para la anestesia espinal. En el intento de perfeccionar su técnica, decidió inyectar una dosis de cocaína en los pacientes a los que se les operaría de las extremidades. Para probar que su método era legítimo, se suministró a sí mismo el tratamiento. Sin embargo, el liquido no entró de la manera en la que tenía que hacerlo, causándole graves dolores de cabeza. Poco después realizó el mismo experimento pero ahora con su asistente, a quien pateó, quemó y hasta le arrancó los vellos púbicos, sin que éste sintiera absolutamente nada. Después de terminar con éxito la prueba, ambos bebieron sin fin.
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Sin duda, los límites entre la ciencia y la locura parecen no existir. Algunos pueden no dar crédito a una exposición tan mortal y peligrosa, otros más verán en estos actos un enorme amor al conocimiento y una inmejorable manera de aportar a la humanidad bases seguras para mejorar la salud y la calidad de vida.
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