Probablemente te haya pasado. Sientes que recién te compraste un nuevo celular o una nueva computadora, y al poco tiempo parece que va muy lenta, deja de responder o simplemente queda obsoleta en comparación con los softwares que están disponibles en línea. No estás exagerando, la mayor parte de los dispositivos electrónicos están diseñados para fallar después de cierto tiempo con el propósito de que sigas comprando más dispositivos. Se llama obsolescencia programada, y seguramente ya habías escuchado de ella.
¿Qué es la obsolescencia programada?
Es cuando los fabricantes de algún producto, especialmente tecnológicos, lo diseñan con el objetivo de que falle después de un tiempo determinado en vez de tratar de hacerlos lo más duraderos posibles.
Un ejemplo de esto son celulares, computadoras, tabletas, impresoras, electrodomésticos o incluso focos de luz. De hecho, está comprobado que diversos fabricantes decidieron que la vida útil de los focos pasara de 2 mil 500 a mil horas con el objetivo de que se compren más frecuentemente.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la obsolescencia programada y la vida útil son dos conceptos distintos. Podemos pensar a la obsolescencia programada como la decisión deliberada de hacer la vida útil de los productos más y más corta, mientras que la vida útil por sí sola es el tiempo en el que el producto funciona óptimamente, llegando a su final debido al uso frecuente.
Tipos de obsolescencia programada
Aunque la obsolescencia programada más común, y la que todos hemos vivido alguna vez, se trate de productos que muy rápidamente dejaron de funcionar de forma óptima, existen diversos tipos, algunos ni siquiera tienen que ver con tu dispositivo electrónico:
Consecuencias y prevenciones
Afortunadamente esta práctica ya está siendo sancionada por varios gobiernos alrededor del mundo debido a lo poco ético que es y al fuerte impacto ambiental que generaba: tan solo en México cada persona genera 8.2 kilos de basura electrónica.
En Francia, por ejemplo, la obsolescencia programada ya está tipificada como delito, y los fabricadores deben establecer estándares de medición, prueba y verificación. De hecho, ya en 2017 se llevó a juicio a HP, Canon, Brother y Epson por sus impresoras.
Por su parte, México, a través de la Profeco y el IPN, ya está denunciando a aquellos fabricantes que no cumplen con los estándares de calidad, pero aún hacen falta sanciones más fuertes para erradicar el problema de raíz.
Quizás lo veamos como una mera incomodidad, pero la obsolescencia programada es un problema muy grave para el medio ambiente. Es indispensable que empecemos a cambiar nuestros hábitos de consumo a la par que las instituciones exijan una mayor calidad en la producción de electrónicos, o los desechos serán demasiados en un futuro cercano.