Estamos atravesando por una nueva etapa donde el Internet y las redes sociales se han convertido en los principales medios de comunicación no sólo en México, sino en el mundo entero. Tanto, que un estudio realizado por el Interactive Advertising Bureau (IAB) en España nos dice que una persona en promedio pasa entre tres a cuatro horas y media al día en Facebook, Twitter o YouTube.
Aunque su uso era encabezado por las generaciones más jóvenes, se ha llevado a cabo una transformación en la cual personas de todas las edades, incluyendo menores –aunque violen los términos y condiciones de estas plataformas– poseen por lo menos un perfil en cualquier red social, haciendo tangible la vida digital que hace algunos años se veía tan lejana.
Con el afán de formar parte de esta era tecnológica y no rezagarse en este nuevo estilo de vida, los papeles se han invertido y ahora, los padres de familia conforman un sector importante en el uso de las redes sociales, principalmente Facebook. Por ejemplo, en México según datos de la Asociación de Internet (Amipci), el uso de esta herramienta se ha incrementado más del doble, pasando del 20 hasta 70 %, donde siete de cada 10 internautas utilizan esta plataforma al menos desde hace ocho años.
Sin embargo, al ser todo tan efímero, las redes sociales están sufriendo un crecimiento y una transformación acelerada, en la cual con mayor frecuencia, las cosas más personales se vuelven públicas y es por ello que al estar expuestos de manera tan directa es necesario tomar ciertas medidas para que el uso del Internet se vuelva una ventaja y no una amenaza.
La decisión de apertura de una cuenta implica una responsabilidad mayor al simple hecho de seleccionar el contenido que compartiremos con propios y extraños, literalmente, por lo que también es una verdad que las generaciones pasadas sufren ciertas desventajas en este caso.
Por ejemplo, seguro atravesaste la “trágica” inmersión de tus padres a las redes; éstas en algún punto eran tu refugio, tu espacio para expresarte y representaban una oportunidad para “sentirte liberado”, pero llegó el momento en que tus padres te mandaron la temida “solicitud de amistad”. Una vez que los aceptaste –si es que así lo decidiste–, te diste cuenta del riesgo que estabas corriendo y no precisamente porque se enteraran de todo lo que publicabas y te escribían, sino porque compartían contenido sin considerar lo que implica.
En primer lugar, quizá comenzaron por aceptar solicitudes de personas que no conocían, incluyendo así en su lista de contactos a personas que pueden resultar peligrosas porque justamente se aprovechan de la inexperiencia en esta generación. Ahora, imagina si asimilan a Facebook como cualquier otro medio de comunicación en donde puedan contactar a sus conocidos: exponen nombres, números o parentescos y peor todavía, algunas fotos de la familia con las cuales sin querer dan a conocer datos importantes.
Esta información parece inofensiva y claro que no lo hacen con intención de perjudicar a nadie, pero como se sabe, una vez que publicas algo en la red, existirá ahí para toda la vida. Tus fotos, los lugares a los que asistes, tu compañía, edad, horarios y gustos, ahora, pertenecen a alguien más, lo que da apertura a riesgos que ponen en peligro no sólo tu integridad, sino tu vida.
Un estudio realizado por el Instituto de Normas Técnicas de Costa Rica (INTECO) reveló un dato verdaderamente preocupante, ya que 52.9 % de los internautas en aquel país han sufrido algún tipo de intento de fraude, es decir, han intentado engañar a más de la mitad de los usuarios totales de Internet.
Es por ello que te corresponde la responsabilidad de mostrar a tus padres cómo realizar correctamente los estándares de seguridad para sus redes sociales. Así como enseñarles qué situaciones son prudentes para compartir y cuáles no, explicándoles la importancia de que las fotos únicamente puedan restringirse a la lista de amigos y no aceptar recuadros sin saber de qué se tratan exactamente.
Tomar las medidas necesarias desde el inicio puede evitar accidentes y tragedias a las que se expone todo tipo de público desde el momento que da el primer clic. Así que no evites el uso de redes a tus padres, mejor asesóralos para apegarse a estándares seguros y puedan disfrutar de la tecnología sin preocupación alguna.