Los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) demuestran que producimos más alimento del que podemos consumir, sin embargo…
¿Por qué aún hay personas que sufren hambre?
Una de las paradojas que no pueden ignorarse en nuestro mundo globalizado es la de los campesinos que a pesar de ser los principales productores del alimento del mundo, son los primeros en sufrir de hambre.
En el modelo económico actual, la mayoría de los alimentos se producen en las áreas rurales, mismas en las que habitan las personas con mayor índice de pobreza. Al mismo tiempo, en este sistema y dada la globalización, la gente pobre suele ser invisibilizada e ignorada, creando entonces una peligrosa dinámica en la que los productores de comida son incapaces de costear su propio producto.
Los datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el 2017 muestran que 1 de cada 9 personas en el mundo sufre hambre, concentrándose en las poblaciones en Asia, África, así como América Latina y el Caribe con 515 millones, 256.5 millones y 39 millones respectivamente.
El hambre ha empeorado en los últimos tres años:
Agravándose en América del Sur y África, países en los que el desarrollo económico también se ha visto interrumpido, puesto que la población se encuentra sumida en la pobreza extrema y a la desigualdad de oportunidades.
Por otro lado, los datos que El País publica indican que el 10 % de la población mundial, es decir, 736 millones de personas viven con menos de 1.9 dólares, es decir, aproximadamente 36.51 pesos; lo cual podría comenzar a explicar por qué precisamente los productores del alimento no son capaces de costear sus productos.
Sin embargo, el problema no se detiene cuando una persona gana más de 36 pesos al día, a pesar de estar por encima de tal promedio, está a la merced de otros factores importantes como la falta de acceso a servicios hospitalarios, sanitarios y por supuesto, a la desnutrición.
«Los datos muestran que de los 1.300 millones de pobres, el 46% lo son de manera “severa”, es decir, sufren carencias en al menos la mitad de las dimensiones que cubre el índice. En cuanto a la distribución geográfica, el 83% se concentra en dos regiones: África subsahariana con 560 millones —el 58% de su población—, de los que 342 millones son severos, y Asia meridional con 546 millones —el 31% de sus habitantes—, 200 millones de ellos en la forma más extrema». El País.
Sin embargo, más allá de los índices de pobreza o los factores determinantes, en general, la OMS apunta a que el hambre también ha incrementado debido al cambio climático, que provoca que la producción local de los campesinos se vea afectada, reduciendo entonces su ingreso y por lo tanto su capacidad adquisitiva para alimentarse (así como a los integrantes de la familia dependientes).
Cuando una cosecha es afectada ya sea por el calor extremo, una sequía o fuertes lluvias fuera de tiempo, la cantidad de alimento disminuye, provocando a su vez que el precio de éstos en el mercado incremente, de tal forma, los campesinos se encuentran ante un panorama funesto: no sólo producen (y ganan) menos, sino que alimentarse es aún más caro; esto los introduce en un círculo vicioso en el que la salida del estatus de pobreza aparenta ser imposible.
Diversos organismos internacionales han puesto en marcha diversos programas y estrategias cuyo objetivo es reducir no sólo los índices de pobreza a nivel mundial, sino también el de la desnutrición y de las personas que sufren hambre. Además, la OMS se ha impuesto una meta de erradicar el hambre para el 2030 con “Hambre Cero”.
Sigue leyendo sobre la problemática de la redistribución de la riqueza y el alimento en: La mentira que todos hemos creído sobre la escasez de alimentos en el mundo.
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