Pensar que tomar una foto de algo que te gustó mucho te ayudará a recordarlo años después suena bastante lógico y hasta cierto punto es irrebatible. Hemos inmortalizado momentos importantes en la historia del hombre, incluso a la fecha sigue siendo noticia cuestiones como las fotografías del lado oculto de la Luna. No obstante, cuando se trata de los recuerdos que atañen a nuestras propias experiencias, detenernos a tomar una o varias fotografías puede alterar nuestros recuerdos para mal.
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La razón detrás de la alteración de nuestros recuerdos es la distracción. Tomar el celular —o la cámara— y apuntar nos distrae de otros sucesos y detalles de nuestro derredor, así que cuando queramos rememorar qué sucedió, nuestros recuerdos serán menos precisos. Popular Science lo explica de la siguiente forma:
«Podríamos recordar cómo se veía algo con mayor claridad, pero esto podría ser a expensas de otro tipo de información. Un estudio mostró que mientras las fotos podrían ayudar a algunos a recordar qué vieron durante un evento, esto redujo su memoria de lo que se dijo».
Además de que la calidad de nuestra memoria disminuye, también se ha demostrado que las fotografías son capaces de crear memorias falsas, algo usual cuando se trata de eventos de nuestra infancia. Es decir, puede que el recuerdo de tu cumpleaños número 5 lo tengas gracias al álbum fotográfico familiar.
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Reconstruir eventos en específico de tu vida no puede suponer un gran problema, en especial si las fotografías tomadas son una ayuda esencial para ello; no obstante, el problema que representan las memorias falsas y las fotografías recae en el simple hecho de que este medio ha probado ser maleable, manipulable y por lo tanto, poco fidedigno.
«No es confiable simplemente porque es una imagen. Es confiable porque alguien en quien confiamos la hizo». Pedro Meyer.
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Para probar cómo las fotografías pueden provocar memorias falsas, los investigadores adaptaron un método por escrito que le presentaba narraciones de eventos de la infancia a los sujetos, causando que éstos creyeran que el evento fue real; la modificación consistió en alterar una fotografía de un vuelo en aerostático colocando el rostro de la persona, así como de otros familiares. Después de observar la fotografía tres veces en 2 semanas, el 50 % de los participantes reportaron recordar algo sobre el viaje, aunque sus familiares le habían confirmado a los investigadores que nunca habían experimentado un viaje de esa naturaleza.
Esto no sólo afecta los recuerdos de la vida personal. La manipulación de imágenes también puede cambiar la memoria de eventos grandes o significativos de la vida pública. Esto cobra sentido considerando que cada fotografía tiene un discurso propio que nace a partir de las decisiones estéticas del fotógrafo. Es decir, desde su composición, ángulo y aquellos objetos que se quedan fuera de cuadro; si a estas decisiones se suma el fotomontaje, entonces tenemos en nuestras manos una tecnología muy poderosa que puede engañar a la gente.
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Este tipo de modificaciones no sólo se limitan al plano de la fotografía, tal es el caso de los videos deepfakes que suelen colocar el rostro de una persona sobre el de alguien más a un nivel de detalle extremo que podría confundir a más de uno.
No porque la fotografía crea falsos recuerdos, quiere decir que nunca más debas tomar una sola foto. Laa solución estaría en elegir cuidadosamente aquellos momentos que quieres inmortalizar en una fotografía y seleccionar aquellos que querrás recordar con tu propia memoria.
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