El sexo casual no es tan atractivo como creemos.
De acuerdo con diferentes estudios y una investigación reciente dirigida hacia 2 mil participantes, las personas no suelen tener un orgasmo durante sus sesiones de sexo desenfrenado con un desconocido. Asimismo, en algunos casos prefieren una relación a largo plazo que tenga un efecto más positivo en su sexualidad. Esto se puede deber a distintos factores: el hecho de estar desnudo frente a un extraño, la falta de habilidad para complacerlos, la ansiedad de no saber lo que pasará después y el vacío que se siente después de que se acaba la aventura. Pero entonces, ¿por qué lo seguimos haciendo?
¿Son las mordidas sensuales de alguien lo que nos hace sentir queridos por unos cuantos minutos? ¿Es la esperanza de que quizá no sea una aventura de una sola noche? ¿Es el hecho de vernos como seres poderosos que podemos lograr acostarnos con quien queramos en cualquier momento? En parte lo es, pero va más allá de eso.
Según un estudio publicado en ScienceDirect, realizado por la Universidad de Oslo en Noruega, más allá de incomodarnos, las experiencias de una noche de sexo casual con alcohol las disfrutamos en demasía y sus efectos son los que nos motivan a hacerlo de nuevo. El documento afirma que, en primer lugar, uno de los deseos principales que tienen las personas que suelen ir a fiestas es adentrarse en una noche de pasión con un desconocido o con cualquier persona que sea de su agrado; no busca específicamente una relación, ni la promesa del amor, sino la forma de liberar energía disfrutando la locura del sexo. Por lo tanto, al conseguirlo, el cerebro lo percibe como un logro y nos sentimos bien a corto plazo. Es decir, al establecer una meta y llegar a ella, nuestra mente lo toma como si hubiésemos realizado una hazaña y nos proporciona felicidad.
Ese es el «placer inmediato», tal cómo lo mencionan los investigadores del estudio que mencionamos. En ese momento aún no existe incomodidad, y aunque no haya habido un clímax o algún involucrado sienta culpa después, el ímpetu sexual del momento es irrevocable. El segundo factor que influye en nuestra constante búsqueda por ligues ebrios de medianoche es el hecho de que el peligro nos parece divertido, además de que los distintos contextos en los que podemos tener una aventura se convierten en experiencias que, al recordarlas, se hacen divertidas, traviesas y, por supuesto, en historias dignas de contar. Por ejemplo, si un día vas a una fiesta y terminas teniendo sexo en la parte trasera de un auto, quizá podría parecerte algo emocionante y diferente, ergo, tendrás una sensación de logro que también despierta el placer en la mente.
Un tercer factor, igual de relevante, es el gusto de compartir la experiencia con otras personas. De acuerdo con el paper de la Universidad de Oslo, comentar lo sucedido nos provoca placer, en particular cuando la historia es más emocionante y tiene detalles especiales. Aunque este factor suele ser atribuido más en los hombres, el estudio indica que es igual para las personas de cualquier sexo.
Cabe destacar que esto sólo aplica si la historia es buena. Por supuesto que nadie disfrutaría del sexo casual si todos los encuentros fueran malos.
En resumen: nos gusta el sexo casual porque nos aporta placer a corto plazo, puede ser en contextos divertidos y a largo plazo también nos da gozo porque podemos contar la historia infinidad de veces, siempre y cuando todo haya salido bien.
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Lo interesante de revisar ambos estudios mencionados en este artículo es que, a pesar de que las personas no tienen orgasmos durante una noche de sexo casual (que no haya salido tan bien), eso no impide el placer de volverlo a hacer. Quizá dentro de nosotros crece una semilla de esperanza que nos dice que la siguiente vez será mejor o diferente. Lo cierto es que es posible tener distintas experiencias y divertirse recordándolas.
Fotografías de Rutam Rane