El condón está lejos de ser el método anticonceptivo perfecto. Las campañas publicitarias y los esfuerzos gubernamentales que recomiendan su uso en cada relación sexual (especialmente en las ocasionales) para disminuir los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual no poseen el impacto deseado.
No hace falta mirar las estadísticas para conocer los argumentos más aludidos que millones de personas consideran válidos para dejar guardado el látex en la cartera en cada encuentro sexual; sin embargo, las cifras no mienten:
El 80 % de los hombres entre 21 y 30 años admite haber empleado conscientemente alguna “táctica” para resistirse a utilizar condón durante el sexo.
Esa es la conclusión de un estudio incluido en el Journal of Sexual Behavior (2014) aplicado a 313 hombres con el fin de conocer los factores por los que se niegan a utilizar condón convenciendo a su pareja de no hacerlo.
Tal irresponsabilidad masculina es respaldada por algunas tácticas, como decir a su pareja en turno que “está limpio” y no hay nada de qué preocuparse, acelerar la penetración seduciendo a su contraparte al grado de que acepte tener sexo sin preservativo o afirmando que con condón no sentirán el mismo placer que sin él, entre otras.
Esta tendencia, aparejada con otras prácticas como el stealthing (quitarse el condón durante el sexo sin consentimiento de su pareja) y el hecho de que el tipo de condón más popular y fácil de adquirir está diseñado para ser utilizado por hombres, coloca a las mujeres en una posición de vulnerabilidad, restándoles independencia sobre su cuerpo y sexualidad.
No obstante –y contrario a la opinión popular–, la población femenina no está exenta de promover el no uso de los preservativos:
Una investigación publicada en el Journal of Sex Research a finales de 2017 encontró que la mitad de las mujeres participantes en el estudio realizan alguna acción para evitar utilizar condón.
El 33 % de las participantes reveló haber utilizado alguna “táctica de seducción”, término utilizado por los autores del estudio para llamar al acto de “conseguir que un hombre se excite sexualmente lo suficiente como para ceder a su deseo de sexo sin protección”. Al mismo tiempo, un 40 % afirmó que minimizó el riesgo de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual debido a la percepción personal sobre sus parejas.
Con respecto a los factores que les llevan a decantarse por evitar el condón, las respuestas son equivalentes a las masculinas. La falta de sensibilidad, la dificultad para mantener erecciones de parte de sus parejas con un preservativo puesto y la alergia al látex u otros materiales o el olor fueron algunos de los motivos más repetidos en la encuesta.
Los factores asociados con estas conductas son principalmente dos, una alta frecuencia de consumo de alcohol (especialmente previa al sexo) y la baja percepción del riesgo de contraer alguna enfermedad de transmisión sexual. El segundo es el que más inquietud causa en la sociedad actual, pues se trata de una desconexión brutal entre la percepción y la realidad.
Un estudio elaborado en 2016 demostró que la relación entre el uso del condón y la apariencia de la pareja en turno es inversamente proporcional: tanto hombres como mujeres tienden a usar menos preservativos si encuentran a su pareja altamente atractiva, pues de alguna forma consideran que se trata de una persona sana.
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