Coches voladores, vías férreas sobre el mar y colonias espaciales: la imaginación de las personas que vieron la llegada del siglo XX con sus propios ojos apostaba a que en el próximo siglo la vida sufriría cambios radicales con respecto al entorno en que se desarrollaron.
Hoy no hace falta ser un visionario para saber que ninguno de los elementos antes mencionados es una realidad. Los desarrollos técnicos y científicos trajeron consigo resultados insospechados de apariencia sutil que terminaron por impactar en el mundo radicalmente, como Internet. A un tris de la segunda década cumplida del siglo XXI, las mismas preguntas que se hicieron hace cien años inquietan de nuevo ante el panorama de cara al futuro cercano. Inteligencia Artificial, genética aplicada, calentamiento global y sobrepoblación son algunos factores que guiarán la conversación sobre lo que nos depara como especie el devenir inmediato: ¿Qué pasará en los próximos 100 años? ¿Cómo habremos cambiado para entonces? Aquí algunas predicciones:
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Convivencia humano-robot
En un siglo será normal sentarse al lado de un robot en el transporte público camino al trabajo, o bien, asistir a primeros auxilios con un androide que nos canalizará con un doctor dependiendo de nuestras dolencias. La automatización del trabajo traerá consigo una relación cada vez más cercana entre robots e individuos en el día a día. ¿Cuál será el carácter de tal convivencia? Esta pregunta aún es un misterio y si se pretende que sea armónico e influye positivamente en la sociedad, es necesaria una modificación radical al sistema económico en turno que permita distribuir en vez de concentrar el ingreso y la riqueza.
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Las ciudades serán la norma
A pesar de la inmensa mancha urbana actual, misma que ha superado límites geográficos y políticos creando megalópolis que se extienden por cientos de kilómetros cuadrados y comprenden más de un país, más del 45 % de la población mundial vive en áreas rurales. En un siglo, esta relación cambiará drásticamente, cuando más del 65 % de las personas viva en una zona urbana. Este dato no es contundente por sí solo, pero la aplicación de la tecnología deberá encaminarse hacia la sostenibilidad y preservación del campo y otros espacios de los cuáles dependen las grandes ciudades.
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Viviremos más de 100 años
Algunos científicos aseguran que la primera generación en vivir más de 130 años ya está entre nosotros. A principios del siglo XIX, la esperanza media de vida apenas alcanzaba los 35 años. Hoy la media mundial es de 72 y sigue en aumento. El avance de la medicina, especialmente a través de la terapia celular y la génica avanza a pasos agigantados. Estamos más cerca que nunca de encontrar a distintas congénitas y otras crónicas que acaban con la vida de millones alrededor del mundo cada año. El reto está en asegurarnos que tales desarrollos sirvan para mejorar la calidad de vida del grueso de la población y sean accesibles, no sólo para unos cuantos.
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Un mundo más viejo
Se trata de una consecuencia directa del aumento de la longevidad gracias al desarrollo de la medicina. En el próximo siglo, el mundo será mucho más viejo de lo que ahora es: la edad media actual es de 29 años y ha ido en aumento en las últimas décadas. Siguiendo este patrón y tomando en cuenta el punto anterior, la edad promedio del siglo XXII será de 42 años. Esto dejará en los más viejos la democracia, pues por primera vez en la historia serán mayoría. Aun más: habrá que encontrar cómo sostener a una población económicamente inactiva y mantener el nivel de vida en salud, pensiones y otras cuestiones imprescindibles.
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Habrá colonias marcianas
El súbito parón de la carrera espacial tras el término de la Guerra Fría encontró un nuevo impulso en llevarnos más allá de la Luna y de forma definitiva. Si la obsesión por explorar el espacio desde la mitad del siglo XX fue la Luna, la mirada ahora está puesta en Marte, el planeta vecino. Empresas como SpaceX de Elon Musk, Blue Origin o Virgin Galactic tienen ambiciosos planes para desarrollar la tecnología necesaria con el fin de no sólo llegar al planeta rojo, también establecer colonias marcianas tan pronto como en la década siguiente. De seguir esta misma lógica, no sería descabellado que por primera vez algunos humanos tuvieran un segundo hogar en el Sistema Solar, a millones de kilómetros de la Tierra.
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Bebés a la carta
La intervención genética en embriones humanos es una realidad. En 2017 fuimos testigos de la edición genética de un embrión humano por primera vez para corregir defectos congénitos y problemas como enfermedades crónicas antes de nacer. En un futuro no muy lejano, el sexo podría ser desechado como el procedimiento para hacer bebés por excelencia, abriendo paso a la visita al especialista para concebir un humano con las características deseables a pedido de los padres. Esto traerá consigo un sinfín de dilemas éticos en la concepción de ‘superhumanos’, que sólo se resolverán después de un debate que abra paso a la regulación en contra o a favor de la eugenesia aplicada en la genética.
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De la misma forma que en 1900 imaginaban autos voladores, hoy podríamos estar equivocados al pensar en un mundo superpoblado, lleno de adultos mayores y niños superhumanos creados genéticamente. La única certeza está en el paso de los años y en lo que hacemos para controlar el avance de una sociedad donde la tecnología juega cada vez un papel más trascendental que habrá de moldear nuestras vidas.
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